Voy a dar una vuelta hasta la librería buscando unos títulos. Tengo la mañana libre. Tranquilidad. Me da por llevarme material de alto voltaje para amenizar el trayecto. Acostumbrada a la compañía de Radio Clásica introduzco el CD sabiendo que el cambio será total y eso me intriga. Y así es, como un brutal noticiario en forma de rap, Kase.O que empieza la matraca sin piedad. Primero avisa que dios está llamando a su puesto de control. Una retahíla de afiladas verdades entre respiración y respiración. Parece que se ahoga, pero no tanto porque le falte el aire, el ahogo nace del dolor de lo que expresa: "Nadie dice nada, todo está amañado, otro ladrón sale riendo del juzgado, todos son amigos, chupan del estado, nadie los controla y son crimen organizado, viajan con millones, campan a sus anchas, hacen la ley a medida de su trampa, políticos cleptómanos rigen los países, pueblo cocainómano no mete las narices, pueblo traicionado sordo por el ruido, pueblo desquiciado porque no hay un objetivo, no hay buenos ejemplos, reina la ignorancia, caldo de cultivo para la intolerancia, pueblo silenciado, pueblo sentenciado, para los indignados tienen perros preparados, si manifestarse es un peligro y expresarse es un delito ¿qué ley?¿qué juez nos protege de los políticos? ¿es la ley para el hijo del juez? ¿o es la ley para el hijo del rey? Huele a cloaca, mundos paralelos, lavan tu cerebro mientras lavan su dinero… Mas todo cambiará de forma brusca, si dos o más personas se juntan por una causa justa, corto y devuelvo la conexión, que alguien traiga una solución porque, macho, esto no para, esto no para, esto no para porque nadie lo para…"

Comparado con el calorcito atípico de estos días atrás hoy hace un frío que pela y está lloviendo pero abro la ventanilla para tomar también una bocanada porque escuchando a Kase.O a mí también la situación me ahoga. Llego al destino. Giro la llave, todo se para, muere el tema, corto la voz del rapero que dentro del aparato de música seguirá cantando solo; salgo del coche y descubro que su voz también sigue cantándome dentro de la cabeza: "Esto no para, esto no para, esto no para porque nadie se para…" Entro en la librería y saludo sin mucho aspaviento a un reducidísimo número de personas. Voy directa a la zona de poesía. Agarro a un poeta habitual de casa. Lo abro y la libertad y la calma que regresan.

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