Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Del "No es no" al "Sí o es no"

En los años noventa, la izquierda española conservaba un ramalazo libertario. De hecho quienes, veinteañeros, nos decíamos de izquierdas lo hacíamos en cierta medida por compartir, por ejemplo, un concepto abierto de las relaciones sexuales, una innegociable libertad en la opción. Ha llovido, y resulta que la izquierda que entonces preconizaba el amor libre es en la actualidad un vigilante y hasta censor de las relaciones sexuales. También el feminismo, que muy mayoritariamente se adscribe a la izquierda, e incluso niega otra opción. Sin duda -no seamos memos- esta postura tiene su fundamento en la necesidad de luchar con determinación contra la violencia masculina que no decae (para pieles sensibles: no la mayoría de los hombres, no, claro que no).

El Gobierno, por boca de la lírica, de pronto enardecida y algo sensiblera Carmen Calvo, toma prestado a la ley sueca un proyecto para luchar contra la violación violenta y también la de bajo perfil, la implícita. Que existe, aunque en este país decir esto último -que también existe la violación sin hematomas y sin decir "no"- parece impropio de un hombre. No hay nada más que ver los memes que han circulado esta semana sobre exageraciones de este proyecto: no he recibido ni visto ninguno difundido por una mujer. Que el consentimiento es imprescindible para que no haya abuso no lo debe dudar nadie. Explícito o implícito: he ahí la controversia. El asunto ha dado cancha a miles de comentarios indignados de hombres que se sienten agredidos, incluso no pocos que, como suele decirse, son de no comerse na. El problema de este proyecto socialista es de aplicación. Me imagino a jueces y fiscales a quienes, otra vez, no llega la toga al cuello tras asistir frente al gazpacho a este momento Calvo.

Recuerdo una conversación con dos amigas allá por esos tiempos. Me hablaron de ese abuso de bajo perfil, o de la violación consentida por un pragmatismo de autodefensa. Cómo denominarlo. Es decir, de cómo el haberse metido en la boca del lobo -tomar la última en casa de un semidesconocido ya de la madrugada- o traspasar ciertas líneas en el tonteo galante y etílico te aconsejaban a unas malas dejarte hacer aunque en verdad no te apeteciese, y en el mejor de los casos seguir el consejo de la Policía británica (qué pérfidos que son): "Ante lo inevitable, relájate". La puerta abierta por Calvo es un melón por calar. Del "No es No" al "Sí o es No", con todos los riesgos de legislar en caliente. O de no dejar pasar ni un tren barato… y electoral.

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