Qué dos

Doy fe de las dificultades con que uno se encuentra si ha de elegir entre estos dos esplendorosos perfiles

Dice el refrán que "más vale llegar a tiempo que rondar un año" y, aunque podríamos echar mano de un número grande de puestas en valor del aforismo, ahí tenemos a Susana Díaz a modo de encarnación de la sentencia. Aquella joven estudiante (?) de la sevillana Facultad de Derecho, se consagró enseguida a la movida ornando pasillos y paredes con carteles a beneficio de su causa. Transcurría la última década del siglo XX y su Partido de toda la vida terminaba su más brillante recorrido.

A la presidenta sólo le falta eso, ser secretaria general del PSOE, para completar el más brillante currículum intrapartido que pudiera imaginarse. Trabajadora e identificada como pocos con los valores del socialismo, aggiornato cuando ella tenía cuatro años, su acceso a la más alta cota del Partido estaría avalada por una trayectoria impecable. Militante a los diecisiete, secretaria general de las Juventudes Socialistas, bética, catequista, concejala, diputada aquí y allá, nada más cumplir los treinta, y senadora; y trianera de El Tardón desde siempre. Consejera de Presidencia de la Junta y de ahí presidenta -estaba en el lugar oportuno en el momento oportuno- cuando aún no había cumplido los cuarenta. Casada y con un hijo. No sé si es posible reunir más experiencia y conocimiento del medio, pero no debe de ser fácil.

Bien es verdad que el perfil biográfico de Patxi López no es menos brillante. Aún más si cabe, si se le añaden matices de crianza. El que fuera presidente del Congreso, es hijo de 'Lalo' -Eduardo López Albizu- un histórico del socialismo vasco. Más o menos a la misma edad que Díaz lo hiciera en las de su tierra, ingresó en las Juventudes Socialistas del País Vasco y como ella y desde entonces ha cubierto destinos de toda clase y condición. No tiene estudios superiores, pero eso no es importante entre los que pululan por los mismos prados.

Si la plaza de secretario general del PSOE hubiera sido convocada a concurso oposición, la presencia de estos dos concursantes de élite habría espantado a cualquier advenedizo. Y si como ocurre ahora, se cuenta la experiencia como si de sabiduría se tratara y se valoraran los años en activo como de interinidad, el tribunal lo tendría crudo. Yo, que he estado en muchos tribunales de oposiciones y concursos, aunque de otra naturaleza, doy fe de las dificultades con que uno se encuentra si ha de elegir entre estos dos esplendorosos perfiles.

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