Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Apuntes sobre la pandemia

¿Por qué, ante este panorama, la autoridad educativa y sanitaria andaluza no se decide a cerrar los centros?

Contagios: Llegaron las fiestas, se relajaron las restricciones frente al coronavirus y ha pasado lo que todos preveíamos y ninguno queríamos reconocer. Puede que salvásemos la Navidad a medias, pero a cambio de una tercera ola de contagios, de más muertes y de nuevas medidas que, en el caso el Campo de Gibraltar, son aún más duras debido a la virulencia de la enfermedad. En La Línea de la Concepción, la tasa se ha disparado hasta los 1.247,9 casos por cada 100.000 personas, un índice escandaloso si tenemos en cuenta que el Gobierno central y los de las comunidades autónomas acordaron que el mínimo tolerable era de 25 y que, a partir de 250, se debían encender las luces de alerta. Claro está que ni Gibraltar impidió a tiempo la llegada de vuelos desde su metrópoli ni España tomó medidas para restringir las entradas y salidas por la Verja pese a que a finales de diciembre se tenía constancia oficial de la existencia de la llamada variante británica del virus, igual de peligrosa pero con mucha más capacidad de contagio. ¿Nadie en Madrid o en Sevilla con competencias para tomar decisiones vio las fotos de las colas de vehículos saliendo del Peñón? En la colonia estaban cerrados los establecimientos de hostelería, pero no así en el pueblo vecino, en Palmones o en la marina de Sotogrande. Los veladores y los comercios estuvieron llenos... Pero con los ocho municipios de la comarca confinados ahora hasta finales de mes y con los hospitales temiéndose lo peor. Bravo.

Centros educativos:¿Por qué, ante este panorama, la autoridad educativa y sanitaria andaluza no se decide a cerrar desde este lunes los centros colegios e institutos en la comarca? Como bien apuntan los alcaldes de La Línea y Los Barrios -¿será por que ambos pertenecen a partidos locales y están libres de ataduras?- no se trata solo de evitar que enfermen los niños, sino de impedir que lo hagan sus familiares por el trasiego innecesario de peatones y vehículos que se genera en torno a los centros en las horas punta. De cajón.

Los empresarios: Después de los fallecidos, los enfermos y sus familias, la mayoría de las empresas -desde el más humilde de los autónomos a las que cuentan por centenares sus empleados- son las grandes damnificadas por esta crisis. Los trabajadores se han acogido a los ERTE, pero sus contratadores se han visto forzados a seguir cotizando por ellos y poco o nada saben de bajadas de impuestos o tasas. España es de los pocos países que no ha establecido medidas de ayuda para quienes constituyen el motor de la economía. En vez de eso se ha cambiado de norma cada dos pasos, estableciendo a veces incomprensibles delimitaciones y horarios -que se lo digan a los bares y cafeterías- que, a la vista está, han contribuido más al desconcierto que a detener la pandemia a tiempo. Más vale una vez colorado que ciento amarillo.

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