Para el general cartaginés Aníbal Barca, hijo de Amílcar, no existía frontera alguna, y así desde su Cartago natal atravesó con sus elefantes el Estrecho, Hispania y los Pirineos, y comenzó la Segunda Guerra Púnica en la península Itálica, frente a Roma. No había quien lo frenase hasta que Publio Cornelio Escipión, el Africano, le pudo parar los pies.

Veintitantos siglos después, de nuevo otro general Aníbal creyó que no había frontera que lo detuviese. En este caso fue Marcus Bryant Annibale, alias "El Esteroide" (así lo dice su propia biografía, no es que quiera faltar el que suscribe al estrellado norteamericano), que la pasada semana no pudo cruzar la verja desde la colonia de Gibraltar, siendo rechazado en frontera por la Policía Nacional española, en cumplimiento de la Ley.

Al parecer, con la reciente llegada del submarino norteamericano USS Georgia a los muelles llanitos, ha existido un trasiego inusual de militares hacia y desde España. Los mismos se han visto de bruces con la aplicación de las normas Schengen, que les impedían la libre entrada a nuestro país sin el cumplimiento de los requisitos legales correspondientes. Hasta tal punto que la propia Base Naval de Rota aconsejó a su personal no transitar desde o hacia GIbraltar. Así lo informa Thediplomatinspain.com.

Supongo que ello se hubiera evitado si los gobiernos británico o norteamericano hubieran tenido la inexcusable cortesía de informar al español de tales desplazamientos. Pero no, se ve que nos consideran una monarquía bananera, donde el superior anglosajón puede hacer o dejar de hacer lo que le plazca. Seguramente nuestro quijotismo, a veces servilismo, haya ayudado a hacerles creer que somos Puerto Rico o Guam.

Pero a lo que vamos, el incidente ha desatado una repentina pandemia dermatológica en Gibraltar, donde la piel se ha vuelto extremadamente fina. Produce gran escándalo que la Policía española solicite a extracomunitarios, como es su obligación, el certificado de vacunación, el motivo de la visita, o fondos suficientes para su estancia máxima de tres meses en territorio comunitario Es decir, medio acabar con lo que no podía sostenerse más, una entrada a Schengen, sin los controles Schengen. Un cachondeo.

No olviden, queridos vecinos britanicos, que las normas comunitarias no han cambiado, que es el Reino Unido el que ha decidido ya no ser parte del club. Y recuerden también siempre la contundencia con la que sus fuerzas navales defienden las pretendidas aguas gibraltareñas de la peligrosa invasión de cuatro chalupas de pescadores que pretenden ganarse su parte de prosperidad compartida, y que son expulsados a la fuerza y sin ninguna consideración. Seguro que así la piel les volverá a su estado natural.

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