Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

El Angelus, por Paco de Lucía

No hay mejor elección para honrar a un templo que es catedral y al maestro que hizo una catedral de la guitarra

La idea de poner música al reloj de la iglesia de La Palma partió hace dos años del maestro relojero, José Luis Pavón, Hijo Adoptivo de Algeciras y la persona que más conoce y que, por tanto, más ama ese artilugio y su torre, a la que se ha encaramado tantas veces para ajustar las horas de la ciudad. Su ilusión es que La Palma se engalane a la hora del Angelus con el toque de Paco de Lucía, bien con la popular Entre dos aguas, himno universal de Algeciras, o con Plaza Alta. No hay mejor elección para honrar simultáneamente a un templo que es catedral y al maestro que hizo una catedral de la guitarra.

Fue luego la Asociación de Emprendedores del Patrimonio Algecireño (AEPA) la que tomó por bandera la propuesta y le puso el altavoz, en línea con su constante e impagable labor en defensa de la memoria de la ciudad. Javier Ortega, persona inquieta donde las haya, ha impulsado en paralelo y de forma desinteresada una meritoria campaña que incluye una recogida de firmas en favor de la iniciativa y numerosos vídeos de apoyo a esta, entre los que están los de figuras del flamenco como Paco Cepero, Tomatito o José Carlos Gómez, así como de variadas personalidades del mundo de la cultura.

La autorización para que La Palma y Paco de Lucía se fusionen de forma tan armoniosa se ha topado con el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, quien a través de una fría carta firmada por la ecónoma de la diócesis ha dado nones al proyecto. Su argumento es que hay "fórmulas más adecuadas" para rendir homenaje al guitarrista sin poner en riesgo el "carácter religioso" de La Palma "como templo abierto al público y edificio histórico".

Ojalá sea una impresión errónea, pero la impersonal respuesta del obispo denota falta cercanía y sensibilidad con Algeciras, una ciudad en la que debiera prodigarse con más asiduidad para conocer a sus numerosos fieles y sus inquietudes. De hacerlo, comprobaría de viva voz que a ninguno de ellos le incomodaría -más bien sería al contrario- que el alma del maestro se hiciera presente cada mediodía desde la torre, de que en esta tierra se es capaz de cantar y hacer música rezando y de que escuchar la guitarra de Paco desde lo alto de La Palma representaría un acto de comunión entre la Iglesia y el más ilustre de los algecireños, que es lo mismo que decir con todo su pueblo. ¿Qué son las misas flamencas sino la fusión perfecta de la fe cristiana y la expresión de la cultura popular?

Por la puerta de La Palma salió hace seis años camino del cementerio el féretro del maestro, entre un mar de brazos que lo sostuvieron en el aire de la Plaza Alta. Qué mejor homenaje y qué mejor forma de recordarle que permitir que Algeciras escuche su gran obra de forma permanente en ese mismo espacio.

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