Alzheimer democrático

En España nunca hubo dos bandos, sino una rebelión contra el Estado

El IES donde trabajo lleva el nombre del secretario de la Comisión de Depuración del Profesorado de Bachillerato de los golpistas en 1936. El Senado vota la Ley de Memoria Democrática, algún periódico reporta que 200 intelectuales califican como "infantil" esta norma, olvida decir que alguno de los firmantes son hijos de ministros de la dictadura, participaron en la destrucción de los archivos de la represión o crecieron subalternos de algunos firmantes de otro manifiesto que no les indigna tanto, para liberar a Rudolph Hess. Este tipo de relaciones los invalidaría como jueces, ellos no lo creen, dictan sin vergüenzas.

Para salir de la Edad Media este país se ilustró (dos siglos largos de retraso) con la Institución Libre de Enseñanza, el Estado español pretendió reformar los estamentos medievales que nos mantenían en el ano de la Historia de Europa: militares, terratenientes y su monopolio educativo, o sea, la nobleza y la Iglesia; el golpe-reacción de los admiradores de Mussolini y Hitler, socios en una Guerra Mundial en la que no participamos más porque ya estábamos destruidos, se basaba en fundamentos raciales vinculando a la izquierda con sangre judía y masónica (tendían a unificar). En España nunca hubo dos bandos, sino una rebelión contra el Estado (y esto nada tiene que ver con analizar críticamente el papel de los movimientos prosoviéticos, anarquistas, ¿o la existencia de ETA invalida nuestra democracia?).

Observo con estupor cómo se instala el rechazo racial, esta vez lo semítico queda a un lado (aunque éstos no olvidan) y lo hace de la forma peor: inconscientemente. Al compartir o reír bromas sobre si una ministra chupa pollas para llegar a su cargo, cuando ridiculizamos a alguien por las siglas sin meditar si sus propuestas son sólo una alternativa ideológica, al despreciar por grupos, estamos expresando indirectamente que sobran en nuestro entorno y eso tiene un nombre. Y no, no es lo mismo criticar a quienes sí sobran en las instituciones democráticas: los que niegan los derechos invididuales, la libertad de expresión o de conciencia, no reconocen el dolor de quienes sufren... no es lo mismo.

Los centristas que afirman "Yo no soy ni asesino ni víctima, no me gustan los extremismos", los intelectuales que inventan una España tercera y entienden las posiciones revisionistas de pseudohistoriadores jaleados justificando la violencia, son sospechosos porque el único arranque del intelecto ha de ser el Humanismo, pero ya lo sabemos: "Spain is different!".

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