Alumnado

Nuestros niños llegaron con miedo a la pandemia y en los centros aprendieron a ocuparse de ella, pero no a tener miedo

La pandemia ha transformado nuestros hábitos cotidianos. Ha cambiado la forma de saludarnos, las visitas a la familia y a los amigos, las compras, nuestro ocio, la práctica religiosa, las visitas médicas, etc. En muchas de nuestras conversaciones nos quejamos por la "nueva normalidad". Los colegios han padecido estas limitaciones y no se han quejado.

Ayer martes 22 fue el último día lectivo de los centros educativos. Curso extraño: sin fiestas, sin excursiones, sin visitas externas ni encuentros con los autores, sin viajes, y graduaciones descafeinadas. Demasiado uso de las redes sociales y de reuniones online.

El alumnado por naturaleza es alegre. En su rostro predomina la sonrisa. Se han tapado muchas sonrisas con las mascarillas, se han amordazado muchas carcajadas. La alegría de la infancia es imposible de ocultar. El alumnado ha usado la mascarilla sin quejarse del calor, del agobio o de tener que levantar la voz para hacerse entender.

Todos necesitamos la vida social, también los escolares. Este año nada de juegos de pelota, prohibido compartir un lápiz; dar un mordisco al bocadillo de tu colega es un pecado capital. El desayuno en clase, en silencio. El préstamo de libros es una labor de desinfección. Nada de juegos de manos, no tocar, nada de apretones, no abrazar. Cuando ha muerto algún abuelo, ¿es que no tenía nietos? El alumnado también necesita pasar su luto, y el único sitio que podía hacerlo es en el colegio. Los centros han creado recorridos fijos de entrada y salida. Han habilitado espacios para cumplir la distancia. Ventanas y puertas abiertas todo el tiempo. El recreo convertido en pequeñas parcelas para cada aula, ahora llamadas "burbujas". Ya no es tu patio, es tu trozo de recreo. Hemos tenido al alumnado con las manos más limpias de la historia. Hidrogel a la entrada del centro, hidrogel a la salida, para ir al servicio, antes del recreo y al regreso más hidrogel. Ser miembro de una clase es sentirse "equipo". En los centros se intenta trabajar el acercamiento social, la integración social, sexual, racial, con mezclas de grupos, trabajos cooperativos, proyectos de investigación. Este año imaginación al poder para seguir creando los vínculos sociales, pero con la distancia social.

En los colegios no solo se transmiten conocimientos, han servido también para transmitir la nueva normalidad. Nuestros niños llegaron con miedo a la pandemia y en los centros aprendieron a ocuparse de ella, pero no a tener miedo. Para el alumnado las fuerzas de seguridad y el personal sanitario son héroes. Ellos han valorado el esfuerzo que han realizado. Pero pocos han valorado el esfuerzo que están realizando estos pequeños escolares.

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