Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Algeciras-Bobadilla

La comarca necesita unidad, quebrar la tendencia de los localismos de corto alcance y un liderazgo fuerte

Pocas veces 20.000 votos valieron tanto, a razón de 20.000 euros cada uno. Es el resultado de dividir los 400 millones de euros destinados a la construcción de la línea ferroviaria Zaragoza-Teruel-Sagunto entre el número de papeletas logradas por Teruel Existe en las elecciones generales de noviembre. Son los mismos 20.000 votos que, a cambio de la investidura de Pedro Sánchez, obligaron a Adif a mantener abiertas en las estaciones de tren de toda España las taquillas para la venta de billetes y a aparcar el intento de que el proceso se realizase únicamente mediante máquinas o por internet.

Las noticias sobre la mejoras en la línea Algeciras-Bobadilla no son tan buenas ni cuentan con inversiones tan cuantiosas. Las comparaciones, ya se sabe, suelen ser odiosas porque provocan a veces el mismo efecto que los puñetazos que recibe un boxeador medio grogui. El Campo de Gibraltar y su puerto necesitan de una conexión por tren con doble vía, de ancho europeo y electrificada, pero los planes vigentes y en marcha solo prevén la renovación del trazado, sin electrificar y con una sola vía, aunque dotada de lo que se llama un "tercer hilo" para la circulación de todo tipo de convoyes. Y eso para 2022, la enésima fecha puesta en el calendario.

Por más que desde la comarca, con nuestros diputados, senadores y alcaldes al frente, llevemos reclamando desde hace décadas esta infraestructura clave, no ha habido un solo Gobierno que haya apostado en serio por traer un tren del S.XXI hasta Algeciras, ciudad incluida por buenos motivos por la UE desde 2011 como punto estratégico de la Red básica del mapa transeuropeo de transportes.

Nos queda el derecho al pataleo, a denunciar este agravio permanente y a conservar la memoria para cuando nos vengan con nuevas fechas y nuevas promesas. Es preciso que el Campo de Gibraltar articule una respuesta política y social que denuncie de forma permanente esta situación fuera de nuestros límites territoriales. No olvidemos la primera norma de la comunicación institucional: si nosotros no hablamos de nosotros mismos, otros lo harán por nosotros. Y cuando lo hacen ahora, ya sabemos para qué: para hablar de la jugosa triada que tanto gusta en los telediarios: narcotráfico, contrabando e inmigración.

Se acaban de cumplir tres años desde la manifestación multitudinaria que llenó las calles de Algeciras reclamando inversiones en infraestructuras y para proclamar que el Campo de Gibraltar también existe. Si queremos contagiar de esta idea al conjunto de España, la comarca necesita primero recuperar la unidad mostrada entonces, quebrar la tendencia de los localismos de corto alcance y un liderazgo fuerte que actúe en defensa del interés común.

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