Visto desde el espacio, el Mercado Eduardo Torroja de Algeciras, parece un inmenso platillo volante de hormigón, aterrizado en la plaza de la Palma. El nombre del mercado hace honor a su constructor, un ingeniero civil que como antes Apolodoro de Damasco en el Panteón de Roma o Brunelleschi en el Duomo de Florencia, supo que lo que soñaba era imposible. Precisamente porque era una locura imposible, lo hicieron. Ahí es nada construir en 1933 una cúpula de hormigón de 47,80 metros de diámetro, sin pilares intermedios, totalmente diáfana. Los algecireños y sobre todo las algecireñas han hecho tan suya la edificación que la figura de su bello lucernario, se ha convertido en un icono de la ciudad, que lucen en collares y anillos.

Si el mercado fuera un platillo volante, no tengo duda de que la central de energía estaría en el puesto 116 que regentan una madre con su hija, llamadas Mari y Sandra. El establecimiento es como un pequeño teatrillo, con dos telones. Uno tejido de jamones y otras delicias y el otro es el flequillo de Sandra, bajo el que luce unos ojos alegres, en los que si te fijas bien, verás bailar en el fondo de sus pupilas, un par de diablillos traviesos. Mari es la experiencia de muchos años tratando con el público, y Sandra, la innovación para cantarle a los clientes, no sólo las excelencias de los productos que venden, también las recetas para utilizarlos y el consejo experto para la elección. Allí está el atún ahumado, las salazones, las patatas fritas en aceite de oliva virgen que complementan los clásicos embutidos, los quesos y el excelente corte de jamón. Normalmente los vendedores del mercado son buenos profesionales que conocen y tratan bien a sus clientes, pero Mari y Sandra tienen un plus especial. Si anda usted deprimido porque no han salido los suyos en las elecciones o simplemente porque han pronosticado un levantazo para el fin de semana, le aconsejo que se dé una vueltecita por el puesto. Seguro que su buen humor, les produce una mejoría instantánea. En una pequeña pantalla están las dos con la colección de disfraces que han lucido, en cada fiesta del calendario. Es probable que le ofrezcan gratis un vasito de vino dulce o le den a probar algunas de sus delicatesen. Lo más importante es que se reirán con usted, aunque ellas nunca se ríen de nadie. Berceo decía que quería hacer una prosa en roman paladino, como la que habla el pueblo con su vecino. Bueno, pues en eso Mari y Sandra son Académicas con mando en plaza. La de Torroja.

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