La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Alegoría del mal Gobierno

Lo de 'Lloraré mañana' queda muy bien cantado por Susan Hayward. Pero no por ustedes

Me indignan los falsos cultivadores de la tristeza y la tragedia que viven como reyes y vuelcan sus insinceras obras sobre el público como un vómito. Me apenan quienes se lo tragan porque les han convencido de que hacerlo es una especie de imperativo estético y ético categórico que diferencia al lector o espectador distinguido, concienciado y comprometido del superficial e inculto. Me irrita el desprestigio con el que estos tópicos -digámoslo hoy, día en el que se cumplen 40 años de la muerte de Hitchcock- han achicado el mérito de algunos de los más grandes creadores del siglo XX. Tal vez nadie haya expresado este disgusto mejor que Montaigne cuando escribió sobre la tristeza: "No siento hacia ella ninguna inclinación ni amor, aunque la sociedad haya convenido como justa remuneración honrarla con su favor especial; en el mundo se disfrazan con ella la sabiduría, la virtud, la conciencia; feo y estúpido ornamento. Los italianos, más cuerdos, la han llamado malignidad, porque es una cualidad siempre perjudicial, siempre loca y como tal siempre cobarde y baja".

Dicho lo cual hay que reivindicar la tristeza sincera como pesadumbre ante el dolor propio y de los demás, y el duelo como expresión del dolor, la aflicción o el sentimiento ante la muerte de todos y cada uno de los 23.822 fallecidos (que de seguro son más) causados por esta epidemia. Y no hay tener miedo a llamar por su nombre -tragedia- la situación luctuosa y lamentable que estamos viviendo.

"El mejor tributo que puede rendir este Gobierno y el conjunto de los ciudadanos a los fallecidos es que todos a una seamos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos para combatir la enfermedad y que no haya mayores pérdidas de vidas humanas" dijo la ministra Montero. Pues ni lo uno ni lo otro habéis hecho, señora mía. Y lo dicen las cifras, por mucho que se distorsionen, truquen, manipulen o cocinen.

"Ahora es la hora de concentrarnos en salvar vidas, tiempo habrá de llorar a los muertos" ha dicho un portavoz del Gobierno. Pues ni lo primero se ha hecho con la previsión y la eficacia que la situación y las informaciones que obraban en su poder exigían ni lo segundo se está afrontando con coraje y dignidad. Lo de Lloraré mañana queda muy bien cantado por Susan Hayward. Pero no por ustedes. En la alegoría del buen y el mal gobierno de los Lorenzetti del Palazzo Pubblico de Siena está claro dónde les corresponde estar.

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