Estos días otoñales con temperaturas extremadamente agradables y después de unas ligeras lloviznas que, sin mitigar la durísima sequía, reverdecen algo el entorno natural, son ideales para disfrutar del contacto con la naturaleza en alguna de las muchas rutas que transitan el Parque Natural Los Alcornocales.

Este enorme espacio natural privilegiado que alberga una biodiversidad extremadamente rica y valiosa ha soportado durante años enormes obras de infraestructura como presas, autovías, líneas de alta tensión, gaseoductos, etc., que a pesar de las afecciones ambientales severas no han logrado disminuir el valor natural del espacio. Por supuesto, hay que añadir un número importante de acciones ilegales, vallados, construcciones, tomas de agua, tanto de particulares como de administraciones, que han ido mermando sus equilibrios ecológicos. Sin embargo, hasta hace poco, el parque resistía.

Sin embargo, es bastante manifiesto que este patrimonio natural tan valioso no está resistiendo el fenómeno conocido como la seca. Desde cualquier punto elevado se contempla la desolada visión de cientos de alcornoques muertos y otros tantos enfermos cuyo destino, lamentablemente, es el mismo.

Las causas de este fenómeno son complejas. Entre ellas, el cambio de las pautas climáticas con ascenso de las temperaturas y disminución de lluvias, presencia de patógenos, falta de regeneración natural del bosque, sobreabundancia de herbívoros, etc.

Lo que se echa de menos es una acción decisiva de la administración competente, la Junta de Andalucía, en la mitigación de los efectos de este fenómeno. Es bastante lógico que a escala regional poco se puede hacer en relación con la lucha contra el cambio climático, pero hay un enorme ámbito de actuaciones que podrían posibilitar acciones de mitigación de esta plaga. Un paseo por el bosque muestra que si hay acciones contra la seca, se deben quedar en el papel y en los despachos, pero no se perciben en el espacio natural.

Hemos recibido un legado natural extraordinariamente valioso que rodea nuestro territorio, suaviza el clima y retiene recursos hídricos de vital importancia. Generaciones que nos antecedieron aprendieron a aprovechar los recursos del bosque y vivieron en armonía con el entorno en condiciones de vida muy duras. Sin embargo, la herencia de generaciones venideras está en peligro y dentro de poco no conocerán el monte de alcornocal y la rica biodiversidad que alberga y protege. La Junta de Andalucía no debería esperar mucho más.

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