La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¿Ahorrar es de tontos?

El lío de los remanentes no es un debate menor. Toca romper las huchas, bien. ¿Y luego? ¿Cuál es el plan?

El "España nos roba" con que el independentismo catalán ha retorcido durante décadas la financiación autonómica, y el relato de los agravios, se va a quedar corto con las operaciones de ingeniería contable que está maquinando Moncloa buscando recursos a la desesperada para intentar pagar la factura del Covid. El panorama se oscurece y antes de lo esperado. Será otra propiedad del coronavirus, la aceleración: nos asomamos a una segunda ola de contagios sin necesidad de esperar a otoño y empezamos a palpar el impacto económico del confinamiento con las frías estadísticas del desempleo.

Y todo ello con una respuesta de Europa más tibia y exigente de la esperada (menos presupuesto a fondo perdido y más obligaciones como contrapartida a las ayudas) y unas expectativas de recuperación intensiva tirando del turismo que Reino Unido y Alemania acaban de pulverizar (aunque la cuarentena se baje a 10 días, el daño está hecho) siguiendo el veto que decenas de países están imponiendo a España con efecto dominó.

El lío de los "remanentes" no es un debate menor. Primero fue un globo sonda, luego una propuesta constructiva para dar utilidad social a millones de euros inmovilizados por las medidas de control tras la crisis de 2008 y ahora ya no está claro si es un "chantaje" o una "chapuza". Si es una salida o un atraco.

Simplificando mucho, hablamos de utilizar el colchón de ayuntamientos y diputaciones para dar liquidez al Gobierno. Curiosamente, aunque ahora parezca que es una "medida solidaria" que impulsan los socialistas y critican desde el PP, la primera polémica surgió hace semanas en Andalucía cuando la Junta (PP-Cs) propuso compensar a las universidades un recorte de 135 millones recurriendo a sus ahorros...

La propuesta es compleja y tiene mucha letra pequeña. Pero hay dos reflexiones que nos deberían preocupar: la primera es constatar lo líquidas y maleables que son las reglas de la economía: ¿ayer era imposible y hoy casi es patriótico?

La segunda reflexión casi podríamos hacérnosla a título doméstico y personal. ¿Castigamos al final a los más aplicados? ¿A quienes mejor cumplen y más ahorran? Porque el problema de fondo no es que no seamos solidarios ahora, y contribuyan más quienes tengan el colchón más mullido, es que no hay un plan a largo plazo. Ni a medio. No más allá de decidir que es el momento de romper las huchas. ¿Y luego?

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