Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Acuerdos

Desde 1996, el PSOE ha pactado con PA, IU y Cs: dio sepultura al andalucismo y a la antigua guardia comunista

Si nos atenemos a los estudios demoscópicos del CIS, tres de cada cuatro españoles consideramos que el hecho de que los partidos políticos lleguen a un consenso entre ellos es una muestra de responsabilidad. Pero esa proporción disminuye de forma significativa cuando se nos pregunta por un pacto en concreto, de tal forma que solo aprobamos esos acuerdos cuando son suscritos por partidos con los que nos sentimos afines y, a la inversa, los rechazamos de forma radical si lo alcanzan otras formaciones políticas.

Es lógico sentir vértigo ante el abismo. Pactar tiene riesgos, pero las elecciones del 2-D dibujarán un mapa en el Parlamento autonómico que obligará a los partidos a renunciar a una parte de sus postulados para que todos los andaluces ganemos. Sea con un Gobierno en coalición o en minoría, sus señorías tendrán la responsabilidad de mejorar la calidad de los servicios públicos sanitario y educativo, de agilizar y extender las ayudas a la dependencia, de diseñar políticas eficaces contra el paro, de demandar inversiones al Estado en infraestructuras como la Algeciras-Bobadilla, de hacer de Canal Sur una televisión de calidad -alejada de las garras de nadie- y de plantarse en defensa de los intereses de la comunidad ante los arreones independentistas. Atentos también a los Presupuestos Generales del Estado de 2019.

El futuro juego de alianzas se presume interesante. Juan Marín, el líder de Ciudadanos en Andalucía, ha prometido ya que su partido no hará de nuevo presidenta a Susana Díaz. No lo dice por estar descontento con la gestión aquella, sino por el hecho de que los votantes andaluces de centro-derecha ven a Cs como un aliado dócil de los socialistas. El PSOE-A suma cuatro décadas de gobierno ininterrumpido en la Junta y desde 1996 ha pactado con el PA, IU y Ciudadanos, habiendo dado sepultura a los andalucistas y a la antigua guardia comunista, cuyo legado es desdeñado por sus sucesores. Ciudadanos podría ser el siguiente en la lista, no por alcanzar acuerdos con los socialistas, sino por haberse relajado ante una forma de gobierno que en los últimos cuatro años deja un balance casi invisible y del que solo queda el último y amargo recuerdo heredado, el de la docena de facturas pagadas en cinco prostíbulos a cargo de la Faffe. El coste de la golfería, por cierto, no fue de 15.000 euros, como aseveró el actual consejero de Empleo tratando de limitar los daños, sino de 32.000 a través de las tarjetas de libre disposición de las que disfrutaban los responsables de la citada fundación. Si la ejecución de buena parte de las políticas activas de empleo de la Junta estaban dirigidas por esos individuos, podemos sacar conclusiones poco edificantes.

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