Estamos mal acostumbrándonos a modelar nuestra vida en exceso. Queremos decidir en todo momento, con conocimiento de causa y con todos los derechos. Sin mover un dedo y sin salir de casa. Planificamos demasiado, influenciados por la opinión dominante que nos indica qué nos debe gustar, cómo debemos vestirnos y dónde debemos pasar nuestras próximas vacaciones y hasta en compañía de quién. Tanto es así, que le hemos dejado muy poco espacio a la improvisación, a la capacidad de sorpresa, a la emoción, al divagar sin rumbo. Todo está planificado en base a unas normas establecidas, que con la hegemonía de las redes sociales, carecen de originalidad. Leemos lo mismo, comemos lo mismo, escuchamos lo mismo y nos indignamos por lo mismo. A través de una especie de pataletas injustificadas que se generan de manera colectiva porque algo no ha salido como nosotros esperábamos. "¿Qué te imaginabas que era esto, chaval? Pues otra cosa, la que yo quiera, la que yo decida". Parece que respondan.

Esto mismo le ha pasado a los seguidores de Juego de Tronos, la famosa serie de HBO que tiene enganchadísimo al personal. Tras unas semanas esquivando memes y conversaciones de todo tipo en referencia a la indignación de tan acérrimos seriéfilos, descubro que se ha llevado a cabo una petición formal en change.org para que la última temporada de la serie se cambie y se graben nuevos capítulos. Como una especie de Rayuela televisiva en la que uno se sirve finales con la misma glotonería como la que derrocha en el buffet de un hotel. Déjeme que yo acabe la historia como quiera, recontra. "¿Quién es usted para programarme a mí un final?"

Tanto hay planificado en la era de la no improvisación que estamos volviéndonos intolerantes (y ponga usted aquí otro sinónimo que yo considero arriesgado para estas páginas y en el que usted, sin que yo diga nada, seguro que ya está pensando) con el discurrir de la vida. Pero no nos damos cuenta, y nos meto a todos, de que esa televisión a la carta, esa literatura a la carta o música a la carta, aparte de no estimular nuestra mente, nos está haciéndonos perdernos parte del mundo. Como cuando uno hacía zapping y de repente se quedaba en un canal porque le gustaba lo que había.

Cargan los fans de Juego de Tronos, cuya petición en la web se acerca al millón de firmas, contra los guionistas de la serie, argumentando que éstos han demostrado ser unos profesionales "incompetentes". No se dan cuenta de la dificultad que tiene mantener la expectativa, de no decepcionar a nadie y de dar una visión que resulte exenta a las críticas. De la serie o de la vida. De la vida o del futuro. Del futuro o de la incoherencia de llamar a alguien incompetente desde la incompetencia.

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