El informe de los 234 científicos sobre el calentamiento terrestre es para unos la confirmación de lo que hace décadas se sabía y negaba o ignoraba, y para otros una inevitable calamidad más de nuestra época. La verdad amarga se toma en pequeños sorbos, mientras que lo falso edulcorado se engulle sin problema. Tenemos cuentas del Instituto Nacional de Estadística sobre el impacto de actividades económicas; sumando gases y emisión directa de CO2 y metano, la agricultura y ganadería es el 55% de los más de 2.000 millones de toneladas que se emiten anualmente en España; 20% el saneamiento y gestión de residuos sólidos; el suministro de energía eléctrica, gas y aire acondicionado es el 5,5%; y 4% el transporte. Añadiendo los hogares, 8% del total es imputable directamente a las familias. Actividades como la construcción emiten indirectamente a través del transporte, y aunque habría que medir el efecto de arrastre de unos sectores por otros, está claro el cambio radical que se necesita en agricultura y ganadería, y la gestión de los residuos por los ayuntamientos.

Aunque más afinado hoy conocemos la microfísica de las nubes, y los efectos en zonas concretas-, el informe no difiere del de 2013, y pese a que el premio Nobel de la Paz, Al Gore, hablaba ya en 2006 de "Una verdad inconveniente", las contradicciones siguen estando entre nosotros, pues, por ejemplo, los desplazamientos y el turismo masivo son incompatibles con la reducción de emisiones, y muchas declaraciones y compromisos son sólo green-washing, o lavado de cara verde. No hay respuestas fáciles, pues la economía verde impulsará sin duda zonas, empresas, empleo, pero en la transformación habrá beneficiados y perjudicados, y surgirán dudas como en los controvertidos proyectos solares, por lo que la cuestión del calentamiento es esencialmente de intereses y política.

Annalena Baerbock candidata del partido Verde alemán para las elecciones de septiembre, aprovecha las inundaciones para hacer campaña; no identifica cada desastre con el cambio climático -sabe de lo que habla-, y apunta a que el hecho de que inundaciones o variaciones de la temperatura se den con mayor frecuencia, intensidad y duración, coincide con la probabilidad de que esto ocurra en el escenario actual de cambio climático. De aquí se desprende una acción política, pero Baerbock va más a lo positivo que a la crítica, más a la coordinación que a la falsa esperanza del voluntarismo, con un plan plurianual de inversiones, un papel activo en el gobierno de coalición que se forme, y colaboración con otros países. Para nosotros esta actitud es un ejemplo, y ya que en España el gobierno tiene una clara sensibilidad por el medioambiente y recursos financieros, la oposición podría sentir la necesidad de comprometerse, estudiando y profundizando para llegar a opciones coherentes de consenso. Pero si bien el impulso ha de ser político, la acción colectiva es la clave, pues o cambia la visión sobre la forma de producir y consumir, los hábitos de vida, o podemos encontrarnos en una escena del humorista BANX, donde el hombre le pregunta a su mujer absorta en las noticias sobre el cambio climático: "¿Qué dice?"; y ella le responde: "Que la nueva década de indecisión puede ser decisiva".

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