Pedazo de habilidad la del artista que profanó con sus pintadas la tumba del dictador Franco. En cuestión de segundos pintó una paloma de la paz que, además, se parecía a una paloma de la paz. No sé el tiempo que se llevaría ensayando la pintada, aunque dicen por las redes que llevaba años intentando hacer alguna barrabasada para dar el cante. Seguramente si me hubiera tocado pintarla a mí, alguien habría tenido dudas sobre si era una paloma, un ciervo o un trenecito. Aunque, otra cosa, no me cabe duda de que si el artista, en vez de gallego hubiera sido de Cádiz, habría dibujado un pene de los que tanto gusta pintarse en Cádiz en los lugares menos esperados. La cuestión es llamar la atención, sea al precio que sea, y si no, que se lo digan al presentador Dani Mateo, con la que ha formado después de sonarse los mocos con la bandera de España. Qué fácil es encontrar ese minuto de gloria.

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