Cada día crecen más tontos. Se está convirtiendo en una pandemia generalizada. No le parece a un servidor que el golpista Puigdemont vaya por el mejor de los caminos para lograr la independencia de Cataluña. Pero una cosa está clara, y hay que reconocerlo, ha logrado crear un culto a su persona equiparable a una estrella de la canción más que a un político. Y el culto a la personalidad de un político siempre resulta cuanto menos inquietante. Hace poco saltaba a las noticias un majara que se tatuó el rostro del Puigdemont en el culo. No es broma y no ha sido el único ya que otro majarón ha decidido decorar su piel con el amigo Carles. El problema viene cuando a veces el retrato no acaba de salir bien y en vez del careto del líder independentista el tatuaje tiene más pinta del rostro de Gloria Fuertes. Lo dicho, si la Unión Europea diese subvenciones a cada país miembro por el número de imbéciles que lo habitan, tendríamos la economía más saneada de toda Europa.

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