Esto es un no parar. Hay una epidemia global de tontos que salen por donde mires. Cada día, como en una especie de ranking, estos tarados rompen el techo de su escasa inteligencia superándose con sus tonterías. El último, en una cabalgata de los Reyes Magos que tuvo un final inesperado en la localidad guipuzcoana de Andoain, donde el rey Baltasar desde el balcón del Ayuntamiento revelo a todos los niños que "los padres son los reyes". Y se que quedó tan pancho. Hay que ser memo y estúpido para jugar con las ilusiones de los cientos de niños que esperaban el discurso de sus majestades. Otro imbécil como Donald Trump, que hace unos días habló por teléfono con una niña de siete años y le preguntó si "todavía" creía en Santa Claus. Que ya era mayorcita para eso. Estamos rodeados de gilipollas que alcanzan el nivel de sinvergüenzas cuando se trata romper las ilusiones de los más pequeños. Con eso no se juega.

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