Así murmuraba entre dientes una de mis hijas de espaldas a la tele durante un telediario del mediodía. La sobrecarga de noticias de sucesos llegadas de la mano del malogrado Gabriel la dejó tocada. Después tocó atentado terrorista en Francia, y ahora varias raciones de sangrientas muertes en el seno de familias aparentemente normales. Dicen que esta escalada de violencia viene relacionada con las temperaturas que van haciéndose más primaverales. Sería lo fácil, echarle las culpas a la madre naturaleza. Siempre fue lo más fácil. Más me preocupó esta mañana cuando una psicóloga decía que es en épocas vacacionales cuando aumentan los crímenes en el hogar. Son épocas en las que, según la especialista, conviven más de cerca las familias y en las que, consecuentemente, más roces y más odios se engendran. Eso me preocupa más que echarle las culpas a la primavera que, según dicen, la sangre altera.

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