Análisis

Pilar cernuda

El presidente no tiene quien le negocie

Pedro Sánchez debe tenar escasísima confianza en su equipo de Gobierno y en el de Ferraz porque ante el problema más serio que tiene, el independentismo catalán, recurre a Pablo Iglesias para que le saque las castañas del fuego. No ha pensado en que Carmen Calvo podría conseguir un interlocutor solvente que contactara discretamente con Junqueras, o en Batet o en Ábalos o en Iceta. No. Le hace el encargo a Iglesias, el dirigente al que debe el Ejecutivo pero que le quita votos por la izquierda; el líder de un partido populista, antisistema, que promueve la abolición de la Monarquía y la celebración de un referéndum en Cataluña.

Sánchez deja en manos de su socio la negociación con Junqueras para que ERC apoye los Presupuestos y mañana viajará a la prisión de Lledoners. Esa delicadísima misión no la puede hacer un miembro de su equipo, ni tampoco un socialista destacado, pero encargarla al máximo responsable de Podemos es un bochorno para los socialistas que defienden sus siglas, por mucho que ahora Iglesias sea la muleta de Sánchez. En política, los gestos de conveniencia están a la orden del día... igual que el incumplimiento de la palabra dada. No hay que remontarse mucho para calcular cuánto vale y cuánto duran los acuerdos con Iglesias. Sánchez lo sabe mejor que nadie; hubo tiempos en los que abiertamente llamaba "traidor" a su ahora socio.

Se comprende que Sánchez busque contactos con Junqueras, pero hay docenas de personas dispuestas a apaciguar el problema catalán, que discretamente podrían haberse entrevistado con el ex vicepresident, tantear el terreno y tratar de que sus diputados apoyen los PGE y la estrategia del Gobierno. Encargar la gestión a quien aspira a ganarle la pelea por La Moncloa es una falta de respeto de Sánchez a los socialistas. Por no mencionar que el encuentro en Lladoners indica que no está convencido de que hayan sido eficaces las gestiones de Calvo, Batet y Lastra. Ha dejado la imagen de esas tres mujeres para el arrastre al recurrir a los buenos oficios de Iglesias.

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