Análisis

Carmen pérez

Otro paso en el cambio hacia el euro digital

El 12 de octubre de 2020, el BCE anunció una consulta pública para que el mundo académico, el sector financiero, las autoridades públicas, empresas y, en general, cualquier ciudadano, tuvieran la oportunidad de pronunciarse acerca de la posibilidad de disponer, como complemento al euro físico actual, de un euro digital, esto es, un euro igual de seguro por estar emitido también por el banco central pero que proporcionara una mayor eficiencia y comodidad para los pagos diarios. Tres meses después, el 12 de enero de 2021, se cerró la consulta, y esta semana, Fabio Panetta, del Comité Ejecutivo del BCE, ha presentado el informe con sus resultados a la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.

El informe analiza las 8.221 respuestas recibidas, un récord histórico en las consultas públicas del BCE. Aproximadamente en el 43% de ellas la privacidad se consideró la característica más importante para un futuro euro digital. Otras características relevantes que se han señalado por los participantes son la seguridad, que pueda usarse en toda la zona del euro, sin costes adicionales y que fuera fácil su uso fuera de línea.

La cuestión de la privacidad ocupó gran parte de la intervención de Panetta en el Parlamento. La clave reside en conseguir que se respete el anonimato pero que a la vez puedan evitarse las actividades ilícitas como el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo. La tecnología puede conseguirlo, afirmó Panetta. Y también aclaró que en todo caso mejor guardados están los datos en el BCE que lo que están ahora en instituciones privadas que pueden hacer uso de ellos para fines comerciales. Además, explicó que podría tener diferentes grados de privacidad al igual que tiene ahora el dinero: para pagos fuera de línea de bajo valor, podrían ser completamente anónimos; para transacciones electrónicas y de gran valor, sólo se accedería a la información bajo supuestos legales.

Del mismo modo, Panetta trató aspectos como la integración en los servicios de pagos actuales, la necesaria protección digital, las propuestas de soluciones técnicas o la conexión internacional con otras monedas. También se afanó en calmar los temores de los bancos comerciales ante la posibilidad de que se produjera una salida masiva de sus depósitos hacia el dinero seguro en el BCE: "El euro digital estará programado para pagar, no para ahorrar". Para conseguirlo podría imponerse un límite por usuario o remunerar/cobrar por ellos para gestionar la cantidad de euros digitales en circulación.

En los próximos meses, el Consejo de Gobierno del BCE decidirá si se inicia una fase de investigación formal sobre un euro digital. Cinco años tardaría el proceso hasta ponerse en práctica. Todo esfuerzo necesario para garantizar que ese euro digital satisfaga las necesidades y expectativas de los europeos, y siempre en convivencia con el dinero físico. Éste es el programa, según Panetta, pero la significativa disminución del uso de efectivo, el auge de las criptomonedas, los lanzamientos de medios privados de pagos globales y los avances de otras monedas soberanas virtuales -como el e-yuan- pueden apresurarlo.

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