La noticia es que un hombre muerda a un perro, no que un perro muerda a un hombre. Ha saltado: un hombre ha mordido no sólo al perro, sino a la mano que le daba de comer. Le ha costado unos años, pero Pablo Iglesias ha admitido por fin que el régimen de Nicolás Maduro es nefasto. Es que el líder de Podemos, o Juan Carlos Monedero, o Íñigo Errejón, se jactaban del prestigio académico de haber trabajado como asesores del régimen venezolano y se han hartado de conceder entrevistas a Telesur (la televisión gubernamental) y en sus programas de La Tuerka y Fort Apache han ensalzado sin descanso la figura de Hugo Chávez...

El nexo con Venezuela es incómodo y fundamental en la estigmatización de la formación morada. Los viejos tics no se superan fácilmente, por lo que no es de extrañar que el presuntamente más centrado del trío (Errejón), patinara recientemente en una entrevista con una publicación chilena, The Clinic, con una encendida defensa del Gobierno de Nicolás Maduro, proclamando unos avances en la república bolivariana que se traducen en que "en Venezuela la gente hace tres comidas al día".

La noticia que nos dio ayer un contrito Pablo Iglesias lamentando haber dicho cosas que ahora no comparte es una reedición de ese comentario para enmarcar que nos brindó Carmen Calvo al diferenciar al Pedro Sánchez en la oposición del que ahora duerme en La Moncloa (no demasiado, que con tanto viaje no para en palacio). ¿Recuerda? Carmen Calvo: "El presidente del Gobierno nunca ha dicho que ha visto un delito de rebelión en Cataluña". Un periodista: "Pedro Sánchez dijo en mayo que clarísimamente ha habido un delito de rebelión en Cataluña". Calvo, sin despeinarse: "En mayo no era presidente".

Siguiendo la lógica sui generis de Moncloa, no es noticia que no se hayan convocado esas elecciones inmediatas que prometió el Sánchez opositor al plantear la moción de censura que lo catapultó al poder.

La no noticia de la comparecencia de Iglesias ayer en la comisión vendetta del PP en el Senado sobre la financiación ilegal de Podemos es que la montaña de indicios sólo ha parido ratones, hasta diez: las querellas al respecto que yacen en la papelera judicial.

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