Y volvió a suceder. Ahora en la localidad madrileña de Collado Villalba. La víctima de la atroz barbarie cometida por un grupo de cerdos salvajes tiene 30 años, pero su edad mental es de solo 12 porque padece una discapacidad intelectual superior al 60%. No tiene maldad, solo la inocencia infantil. Por eso, cuando el pasado mes de agosto cuatro sinvergüenzas la abordaron no les resultó difícil engañarla. La mujer se fue con ellos, sin oponerse, con la promesa de que la iban a invitar a tomar un helado o un refresco. La llevaron a una casa y fueron violándola por turnos. El único que no lo hizo se ofreció para sacarla de allí, pero el buen samaritano escondía la peor de las bajezas y también la forzó en un descampado cercano. Esto no cambia. Ya le pasó a Sandra Palo en 2003 y muchas más. Seamos francos: unos criminales y punto. Prisión permanente y basta ya de tanto rollo progre buenista.

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