Análisis

Pilar cernuda

Los ministros tranquilizan

Sánchez merece 100 días o más, pero gobernar será difícil pese a los ministros

Los nuevos ministros tranquilizan a los socialistas preocupados por lo que podía traerse entre manos el nuevo presidente; rebajan la alarma que cundía en el PP, que ni confiaban ni confían en la capacidad de Pedro Sánchez para afrontar los desafíos que tiene por delante, y son recibidos con sorpresa por sus socios de investidura, una inquietante amalgama de siglas.

El nombre de Borrell satisface. El ex ministro y ex presidente del Parlamento Europeo no es dudoso: cuenta con un bagaje político ajeno a cualquier tipo de frivolidad, sabe de números pero también de cómo defender lo que importa en un país, y su vertiente inequívocamente europeísta contrarresta el euroescepticismo de algunos de los acompañantes de la moción que convirtió a Pedro Sánchez en presidente. Incluso a él mismo, que en alguna ocasión se ha tomado a título de inventario los pactos acordados entre los grandes grupos parlamentarios europeos, como ocurrió cuando se negó a que los socialistas españoles votaran a Juncker como presidente de la Comisión.

A su elección se sucedieron otras sorpresas, entre las que destacan, por impensables, las de Nadia Calviño -con importante biografía en la UE-, el astronauta Pedro Duque o la también prestigiosa fiscal Lola Delgado, además de dirigentes, militantes y simpatizantes del partido que figuraban en el grupo de socialistas, escaso, con los que vale la pena contar. Todos creen en un Sánchez que necesita que confíen en él quienes han asumido con escepticismo su llegada al Gobierno. Los incorporados tienen una doble función: gestionar asuntos muy delicados y provocar que los escépticos reconsideren su estado de ánimo ante el jefe del Ejecutivo.

Sánchez merece 100 ó 150 días de tregua, pero tiene muy difícil gobernar, aunque haya eligido a ministros capaces.

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