Este viernes, a la una de la tarde, precisamente cuando el Sol esté en el cenit, una placa de cerámica perpetuará el recuerdo de Justo Sansalvador Cortés, en el lugar donde vivió hasta su muerte en 1980: el número 3 de la algecireña avenida de las Fuerzas Armadas. Sitio a la medida de este entrañable músico militar, magnífica persona, que ilustró, con la banda del Regimiento de Infantería Pavía nº 7, los desfiles de las procesiones de Semana Santa a lo largo de muchos años.

Destinado a este regimiento en 1933, el joven Justo casó con una algecireña, Eduarda Piné Natera, e hizo suya nuestra ciudad. En Algeciras nacieron sus seis hijos y en Algeciras realizó una fructífera carrera musical en labores de recopilación de músicas populares de su tierra de origen, Alicante, como compositor y como profesor de música, paralelamente al ejercicio militar para el que había sido destinado. Los pasodobles, Feria de Algeciras y Los Especiales, son dos de sus más señaladas creaciones

En 1977 su pueblo natal, Cocentaina, le dedicó una calle, y en 1990, diez años después de muerte, creó un orfeón que lleva su nombre, el Orfeó Just Sansalvador. Su obra musical en tres volúmenes, está depositada desde el mes de junio del pasado año en el Cubo de la Música de Algeciras, fecha en la que se le rindió un homenaje impulsado por AEPA 2015, la muy querida Asociación de Emprendedores del Patrimonio de Algeciras. Esa misma mañana, Juan Manuel Dicenta, dirigió un apunte en Radio Algeciras, sobre la personalidad del maestro, en la que intervino su hijo Justo y su nieto Javier Hernández, junto al presidente de AEPA, Antonio Gil, y al profesor Roberto Godino, ambos expertos en nuestro patrimonio sociocultural e histórico.

La placa de recuerdo de Justo Sansalvador Cortés que será descubierta este viernes.

Una calle del Cortijo Vides lleva su nombre, se la dedicó el Ayuntamiento en octubre de 1980, poco después de su fallecimiento. Una iniciativa en la que el Consistorio debiera prodigarse. Faltan menciones en nuestras calles y plazas, y faltan placas que recuerden a nuestros paisanos ilustres. Nunca están todos los que son, sobre todo porque hay mucha buena gente que pasa desapercibida, habiendo desempeñado papeles de gran importancia o habiendo dado ejemplo con una admirable ejecutoria. Pero no es difícil que estén todos los que son, aunque alguien pueda pensar que sobra alguno. Es bueno que los jóvenes o los visitantes nos pregunten por esos nombres para que podamos explicarles la suerte que tuvimos con tenerlos junto a nosotros.