Análisis

Carmen Pérez

Los límites al programa PSOE-Unidas Podemos

Los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, firmaron el pasado martes en el Congreso de los Diputados el documento Coalición progresista. Un nuevo acuerdo para España, donde presentan las líneas maestras que presidirán su gobierno. Un gobierno que incorporará dos novedades: será, desde que se reinició la democracia, el primero de coalición y el primero con comunistas dentro. Declaran que es un programa con "acento social", aunque millones de españoles lo perciben más bien con "aliento fatal": más gastos, más impuestos y más intervención del Estado. Nada raro, justo lo que corresponde a un equipo de izquierda y ultraizquierda. No obstante, son solo palabras, no hay una sola cifra cuantificando. Y se encontrarán con límites cuando intenten materializarlo.

Primero, desde el Partido Nacional Vasco. Estos piensan sacar buen jugo a cambio de sus votos: mayores transferencias para completar su autonomía, modificaciones legales para que se reconozcan las identidades territoriales y que se abra la posibilidad de tener selecciones deportivas propias. Pero al igual -o también cabría decir, al contrario- que el de Cantabria ha declarado que el AVE no merece la ruptura de España, los del PNV no van a consentir que mientras se avance en la independencia estos de izquierdas le arruinen el país yendo en contra de su empresariado. La CEOE y Cepyme ya han declarado que medidas como la derogación de la reforma laboral y las importantes subidas del salario mínimo "impactarán de forma muy negativa en la creación de empleo, en el futuro de las empresas y desincentivarán cualquier posibilidad de inversión en España".

Segundo, se toparán con Europa. No le arriendo las ganancias a la que volverá a ser ministra de economía, Nadia Calviño, cuando tenga que plasmar estas medidas en unos presupuestos. Le tocará pelear con la Comisión Europea que escudriñará el montante de los gastos propuestos (¡quién puede estar en contra de muchos de ellos!) y la suficiencia y veracidad de los ingresos -con las subidas de impuestos propuestas- para compensarlos, ante un panorama además de crecimiento económico escaso. Los objetivos de déficit hay que cumplirlo sí o sí y ya hemos visto cómo han tenido que sujetarse otros gobiernos, como el de Grecia o Italia, en el pasado reciente. Claro que también PSOE y Unidas Podemos pueden incumplir su programa y redefinir a los "ricos".

Tercero, la comunidad inversora internacional estará vigilante a todo. Aunque la inclinación natural de estas formaciones políticas sería endeudarse y endeudarse, y más porque los intereses -dopados por el BCE- están muy bajos, Europa no va a consentir que la deuda pública/PIB suba del actual 97%. Pero los inversores no sólo valoran esta deuda explícita, afinan más en su análisis que lo que arroja simplemente ese ratio: atienden a todos los compromisos que está asumiendo el Estado: la sensible prima de riesgo lo va reflejando. Las propuestas sobre las pensiones y la renta mínima suponen dejar cautiva una mayor parte de la recaudación tributaria futura, aunque parece que, de momento, los inversores confían en que los límites harán que las cosas no se desmanden.

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