Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

¿El fin del bitcoin?

El valor del bitcoin alcanzó los 69.400 dólares en noviembre de 2021 y a partir de ahí fue descendiendo abruptamente hasta mediados de junio de 2022. Desde entonces, el valor ha fluctuado alrededor de 20.000 dólares. ¿Se le puede dar por muerto? Para el Banco Central Europeo la estabilización actual es el último suspiro que le queda antes de perderse en la irrelevancia. Para los defensores del bitcoin, por el contrario, sólo se está tomando un respiro antes de emprender de nuevo el ascenso hacia las alturas.

Este miércoles, el BCE publicó un artículo en su blog titulado La última batalla de Bitcoin, afirmando que el camino que ha recorrido el bitcoin era previsible. La crítica que hace de la moneda, que nació con pretensiones de superar el sistema monetario y financiero actual, es demoledora: su diseño y sus deficiencias tecnológicas lo hacen cuestionable como medio de pago: las transacciones reales son engorrosas, lentas y costosas. Nunca se ha utilizado de manera significativa para transacciones legales del mundo real. Tampoco es adecuado como inversión, no genera renta alguna, su valoración se basa únicamente en la especulación.

Y es que, como hemos defendido aquí desde hace años, la burbuja del bitcoin es de libro. Como todo esquema piramidal, se creó con las continuas oleadas de nuevo dinero, de jóvenes en gran parte, alentadas por grandes inversores con fuertes incentivos para mantener la euforia. A pesar de la caída experimentada, las inversiones de capital de riesgo en este sector alcanzaron los 17.900 millones de dólares en julio. Realizan un esfuerzo impresionante en publicidad, adentrándose en los deportes de más alto nivel, y gastan enormes sumas de dinero en cabildeo a los reguladores.

El papel de los reguladores tampoco ha sido disuasorio. Por una parte, acomplejados por la creencia de que hay que dar espacio a la innovación a toda costa, han consentido en calificar a los criptoactivos como una "clase de activos". Y aunque han advertido en ocasiones de su peligro, no han sido contundentes, como ahora sí hace el BCE en este artículo. Además, deciden promover una legislación, que conlleva lo malo, que es legitimarlos en cierto sentido, pero que con la lentitud que va -aún no se ha acordado- no aporta lo bueno: el control de la situación.

Tampoco son inocentes las instituciones financieras convencionales. Al entrar en el sector están sugiriendo a los pequeños inversores que las inversiones en bitcoin son sólidas. El BCE les advierte ahora de que deben tener cuidado al promover y facilitar las inversiones de bitcoin, a pesar de las ganancias a corto plazo que podrían obtener (incluso sin jugarse el pellejo), por el daño reputacional que podrían sufrir a medida que los minoristas vayan obteniendo más pérdidas.

Los cripto-forofos se han levantado en masa contra el artículo del BCE: cientos de tuits de réplica. Defienden que sólo se señalan las deficiencias. En mi opinión, si quieren seguir jugando, que lo hagan, pero de forma separada: el comercio de criptomonedas debe estar completamente aislado de los sistemas bancario y financiero. Y hay que regularlos con la finalidad de proteger a los consumidores, sí, pero como lo que son: casas de apuestas.

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