Esty Quesada (Soy una pringada) quiere llegar a la Gran Manzana para ver cumplido uno de sus grandes sueños. La presentadora Nuria Roca, para asistir a una importante reunión de trabajo. Pero su vuelo se desvía a Miami. Las dos se conocen por casualidad en el aeropuerto. Allí deciden compartir coche y emprender un viaje por carretera desde Florida hasta Nueva York. Sólo Nuria Roca sabe conducir, por cierto. A lo Thelma & Louise, salvando las distancias. Esty y Nuria parecen más bien La extraña pareja, más extraña aún que la que formaron en el cine Jack Lemmon y Walter Matthau.Pero en eso consiste Road Trip, la serie factual original de TNT producida por Atresmedia Studios y WarnerMedia: en juntar la extravagancia con lo cotodiano.

A lo largo de los episodios, Nuria y Esty se irán conociendo y compartirán con los espectadores todas sus vivencias durante el viaje, así como sus diferentes miradas a las personas y paisajes que encuentren en su camino: un recorrido por los pantanos de Florida repletos de caimanes, sesiones de espiritismo, visitas a tiendas de armas... cualquier cosa puede ocurrir en la América profunda, y más aún cuando dos personalidades y visiones tan diferentes viajan juntas.

En Road Trip hay emoción, humor y muchísima -y sorprendente- química entre las dos protagonistas. Las horas de trayecto dan para mucho, y en el camino, las dos se van conociendo en profundidad y confrontan sus opiniones en cuanto a las anécdotas que les van sucediendo, los paisajes y la gente con la que se cruzan, propias de dos personalidades completamente diferentes, como la noche y el día.

El viaje aparece fragmentado en cinco entregas en las que podremos ver cómo aprenden poco a poco la una de la otra, discuten, ríen y descubren cosas nuevas. Ambas han reconocido que la experiencia, grabada en Estados Unidos el pasado mes de octubre, fue inolvidable.

No parece a priori un formato valiente y arriesgado, pero lo es. Nuria Roca, tan mona y diplomática, tiene su punto: alguien que declara públicamente que encuentra fisuras en la monogamia, y que anuncia absolutamente todo lo que le ofrecen, no puede ser tan plana. Ni qué decir tiene el trasfondo sensible de Esty, quien pese a sus incesantes intentos por parecer repulsiva, acaba provocando ternura a cualquiera que escuche durante más de diez minutos seguidos su melosa voz. Además, con sus silencios, sus musiquitas y sus tempos narrativos, no tiene nada que ver con los nuevos relities que de tan editados se vuelven irreales. Por si todavía no les he convencido, piensen que hay vida más allá de La isla de las tentaciones.

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