Análisis

cARMEN pÉREZ

El euro, un cesto con diferentes mimbres

Las finanzas públicas de los países del euro son muy dispares. La Comisión Europea no les quita el ojo a ninguna de ellas. A finales de noviembre, partiendo de la situación actual y de lo que piensan hacer cada uno de sus Gobiernos el año que viene -plasmado en los planes presupuestarios para 2019- realizó una valoración del mayor o menor riesgo de que incumplan con las normas establecidas, fundamentalmente con las disposiciones del Plan de Estabilidad y Crecimiento (PEC). En esta evaluación, la buena noticia es que diez países -cuatro más este año- cumplen sin problemas y no presentan riesgo de no hacerlo. Tres están casi casi en esa situación. El problema lo plantean seis países que suspenden claramente. En ellos existe riesgo de incumplimiento del PEC. España está entre ellos.

Alemania, Irlanda, Grecia, Chipre, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Austria y Finlandia registran posiciones fiscales para conseguir los objetivos presupuestarios a medio plazo que se les tienen marcados. Estonia, Letonia y Eslovaquia son esos tres países que aprueban raspado, es decir, que cumplen en líneas generales: con los planes presupuestarios presentados pueden desviarse, pero sería sólo levemente. Sin embargo, problemáticos son, además de España, Bélgica, Francia, Portugal y Eslovenia. E Italia , al que la Comisión obligó a rehacer su plan inicial para 2019 porque suponía un incumplimiento especialmente grave: su situación es la más delicada.

Las economías de estos seis países son estructuralmente deficitarias, aunque puedan estar cumpliendo incluso con los objetivos de déficit nominales asignados. Y así les es imposible realizar avances suficientes hasta alcanzar unas finanzas públicas saneadas. En estos años de crecimiento deberían estar constituyendo colchones fiscales para incrementar su capacidad de resistencia ante futuras desaceleraciones económicas. Si llega una recesión, no tendrán más remedio que endurecer sus políticas fiscales. O dicho más claro: volver a los recortes, y ya se sabe lo que significa esto.

Ante una nueva crisis las dificultades sería mayores, porque ahora estos países parten de unos niveles de deuda pública en relación con el PIB muy elevados, todos ellos por encima del 100%, y en el caso de Italia, del 130%. Sería imposible tirar de deuda a manos llenas como se hizo entonces. También la eurozona se encontraría con las herramientas de política monetaria gastadas, y lo peor es que el alivio que han proporcionado estos últimos años no se ha aprovechado convenientemente.

Estos seis países deberían haber hecho reformas y no las han hecho, o al menos no las suficientes. Tampoco se han hecho las reformas necesarias para profundizar en la Unión Económica y Monetaria. La heterogeneidad fiscal de los países que tienen que unirse las frenan. Resulta difícil construir un cesto con mimbres tan diferentes.

El euro, que en estos días cumple 20 años de vida, si quiere seguir sobreviviendo, necesita de unas y de otras, y del apoyo de los países sobresalientes. Se avecinan tiempos difíciles para la eurozona: la desaceleración del crecimiento económico no es una posibilidad para el futuro, es el presente.

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