Alfonso Ussía en Antena 3
Estafados estúpidos
Hace unas semanas, con la gorra de béisbol a mano, declaró el Estado de Caretas Fuera: “Esto del cambio climático es, en mi opinión, la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo. Todas las predicciones de Naciones Unidas y muchos otros, a menudo por razones erróneas, estaban equivocadas. Fueron hechas por personas estúpidas que han costado fortunas a sus países y les han negado posibilidad alguna de éxito. Si no se alejan de esta estafa verde, fracasarán”, sentenció Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas, una institución que le repugna. Bueno, dijo que era su opinión. Dijo estafa. Dijo personas estúpidas con razones erróneas, dijo todas equivocadas. Avisó allí a los ya fracasados de que la estafa verde los va a hundir en la miseria, y no en el mar. ¡No seáis tontos, que yo sé lo que me digo! Sigamos, ahora en falsete.
Muchos, cada vez más, lo descubren auténtico, ajeno a la hipocresía, martillo de sinvergüenzas: por fin un redentor, un político con un par bien puesto. Un liberal de pura cepa, varietal arancelaria. Que lo ve todo con claridad prístina, con la velocidad de Billy el Niño desenfundando, bang bang. Y que, como es riquísimo, ¡no va a ser un estafador! Es un apóstol desinteresado, no ansía más dinero, él no quiere nada para él, no tiene nada suyo, nunca barrió para su bolsillo, no está mangando como los demás. Siempre ha sido coherente, un poquito imprudente. Cabal. Rijoso y bocazas, pero es brillante e inspira confianza. Un ejemplo que seguir, que nos viene fenomenal a los europeos de ley para nuestro risorgimento: él mira por sus criaturas y el bien común (y si no ves en su interés un interés común, es que eres estúpido). Nadie como un hombre hecho a sí mismo por su padre y empresario de éxito para llamar a las cosas por su nombre, y ser presidente del Gran Gobierno. No como un melifluo trajinante eurócrata que hace de la trola del daño del Hombre a su planeta un miserable negocio: estafadores, como la mayoría de los científicos, rebaño de apesebrados que fallan más que una escopeta de feria. Memos fueron Clinton y Obama, que creyeron a la fatídica ciencia, ¡y desde la Casa Blanca!
Ha llegado el comandante y ha mandado parar: en Dios confía, cual billete de dólar con la corbata larga. No se puede dudar de su honradez, nunca se ha arruinado –casi nunca–, ni ha estafado o participado en tramas sucias; habladurías. Es un atómico generador de valor, un emisario del liberalismo estatal, un visionario simpático y sin dobleces. Va por derecho. “Menos mal que nos queda Donald Trump”, cántese por Siniestro Total. Ha pacificado un montón de guerras con la gorra: llega, ve y vence. Aunque no se note, él protege a la ONU y la OTAN (y más, a la europea o canadiense). Si les da caña y matonea, lo hace por su bien. Para que abran sus ojos, todos los ojos, y vean la luz y dejen entrar la buena nueva en sus cuerpos. No pasa nada si se fragmentan y enfrentan: que obedezcan. Si no, que se atengan a las consecuencias. Como en la mili. A la orden. Que te meto un paquete poco pronto. Parece un gran socio.
También te puede interesar