La situación que vivimos es tan preocupante que parece exigir que dediquemos todos nuestros esfuerzos a pensar y actuar sobre la pandemia; quizás no sea conveniente esta obsesión, pero cuando queremos olvidarnos de la enfermedad, vemos que ella no está dispuesta a pasar de nosotros. Cualquiera puede observar que el contagio se da cuando nos quitamos la mascarilla, pues en general se cumple, excepto cuando nos encontramos en un ambiente donde está permitido ir sin ella. Tenemos que pasar del mensaje de "ponte la mascarilla", a "qué haces cuando te la quitas". Echo en falta una campaña de observación y corrección sistemática de comportamientos incorrectos, y más diversidad en el comité de expertos, con personas que sepan de psicología social aplicada. También una campaña informativa, con ejemplos; uno podría ser un grupo de personas que cumplen escrupulosamente con la separación y mascarilla, hasta que se sientan juntos en una mesa donde la distancia entre las sillas no llega al metro; o no guardan distancia en la barra. Los lugares donde hay contagios no son los centros comerciales, ni los hoteles, ni las tiendas, las aulas, iglesias o museos, sino las barras de los bares, las mesas, los lugares cerrados donde se está sin mascarilla, lugares abiertos sin guardar distancias, y las propias casas. El problema no son los establecimientos en sí, sino cómo nos confiamos cuando nos quitamos la mascarilla, por lo que aun con el confinamiento seguirán los contagios dentro de cada municipio.

En la campaña presidencial en Estados Unidos el tema de la pandemia subyacía en el espíritu y la forma de los candidatos. Pese a los estragos de la enfermedad la economía norteamericana sólo caerá este año un 4,6%, frente al 8,4% en el área del euro; el paro es similar para ambos, alrededor del 8%; hay un déficit de 2,2% en la balanza exterior norteamericana, y superávit en Europa; el déficit público norteamericano es enorme, del 15,3% del producto, mientras que en Europa es el 9,2%, y aunque ambos tenemos el privilegio de pagar con nuestra moneda, el dólar se ha depreciado en un año un 7,1%. En conjunto, y con una bolsa en alza, puede decirse que la campaña no ha tenido como eje la situación de la economía, sino algo más. El profesor y comentador político de la Brooking Institution, Andre Perry, ha señalado que ambos candidatos decían que luchaban "por el alma de América", y que esa alma es el espejo donde podemos vernos reflejados; el presidente saliente -dice- no es la causa de los males del país, sino las creencias, funcionamiento de las instituciones, prácticas políticas, valores, que han ido creando una imagen en Estados Unidos en la que casi 71 millones de votantes republicanos se reconocen.

La imagen en el espejo es muy sugerente, desde los vampiros que no se reflejan, a las escenas y personajes que aparecen en el fondo de los espejos en las historias de terror; pero quizás lo que resulta más inquietante es el hecho real -aunque raro e inducido- de personas que no se reconocen en un espejo. Qué tentación hacer de esto una metáfora personal, pero también social y política, de quienes en un momento de su vida pueden no entender la imagen que aparece en el espejo en que se miran, y ven en él a un extraño.

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