Amanece un día importante en nuestra ciudad, pues Algeciras el martes Santo se convierte en entrega, Amor, devoción, sentimiento, fe; un día grande lleno de recuerdos que tanto significan para los que compartimos con nuestros queridos Titulares, amores y confidencias para los que como un palio, revirando en una esquina del tiempo, nos sentimos atados en un cíngulo tan dulce como prisionero. Martes santo lleno de sueños, de atardeceres únicos, de miradas inocentes. Los hermanos que componemos esta familia, preparamos ese momento con ilusión. Unas veces nos sentimos el varal que sostiene un cielo de vivencias, otras, la flor que camina junto a Ellos derramando su esencia; algunas más, esa corona hecha con las palabras sinceras y los trabajos del día a día ligados a los bordados más perfectos. El Amor que sentimos será sin duda el aire que acaricie las mejillas del Santísimo Cristo de Medinaceli y la brisa que llegue al corazón de la Madre, nuestra Señora de la Esperanza.

Quiero vivir ese día como una nueva oportunidad. Una vez más, Algeciras será testigo mudo de la pasión de Jesús entre aromas de incienso y azahar. El rostro del Santísimo Cristo de Medinaceli, lleno de ternura y misericordia camina a nuestro lado, dejando huellas en nuestra vida y palabras en nuestros labios. Me gustaría haceros sentir en estas palabras los impulsos de mi corazón que late con ritmo acelerado ese día cuando me traslado a la capilla de San Isidro con el alma descalza, la voz rota por la emoción, cubierta de túnica nazarena y capa verde esperanza para llegar a tu encuentro, Jesús, llegar a tu encuentro, como tantas veces en mi vida: vestida con mi fe débil buscando tus ojos dulces y serenos, a los que muchas veces no consigo mirar fijamente.

Yo te pido que cuando me llames a realizar la última estación de penitencia de mi vida en la Cofradía de los cielos, por el camino de cera, seas Tú, Jesús de Medinaceli, quien salga a mi encuentro con tus ojos dulces y serenos, y con tus manos desatadas entonces me acojas para entregarte mi vida. Virgen de la Esperanza lo que soy, lo que siento, lo que vivo, lo que hago, lo que quiero, mi vida, se cobija entre los pliegues de tu manto verde de Reina de San Isidro.

Enhorabuena a mis hermanos por estos 75 años en los que cada Martes Santo fue único, distinto, especial e inigualable. Feliz Estación de Penitencia y que Jesús de Medinaceli siga enamorando nuestro ciudad.

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