Análisis

fernando faces Santelmo Business School

La crisis geopolítica golpea la recuperación

Vivimos tiempos de alta inestabilidad política y económica en un océano de incertidumbre. Las tensiones geopolíticas entre Rusia, Estados Unidos y Europa están alcanzado cotas alarmantes que nos hacen recordar la Guerra Fría. El día 24 asistimos a un lunes negro con desplome de las bolsas y un aumento del 16% del precio del gas. Rusia ha desplegado más de 120.000 soldados en la frontera este de Ucrania. Su objetivo es recuperar el espacio de seguridad perdido hace 30 años, tras el derrumbe de la Unión Soviética. Durante este tiempo la OTAN ha ido avanzando hacia la frontera, fagocitando el espacio de seguridad de Rusia. Por otra parte las repúblicas del Este han girado hacia la Unión Europea (UE). Putin quiere recuperar el espacio de seguridad perdido y el prestigio de gran potencia mundial. Rusia exige a la UE y a la OTAN que se comprometan a que Ucrania nunca se integrará ni en la OTAN, ni en la Unión Europea.

Rusia que es el segundo productor mundial de petróleo y posee grandes reservas de gas, está utilizando la energía como arma geopolítica. Entre el 35% y el 40% del gas importado por la Unión Europea procede de Rusia. Los stocks de gas de la UE están en mínimos históricos del 43%. La petrolera rusa Gazprom en 2021 redujo el suministro a la UE un 25% y a Ucrania un 50%. Rusia está presionando para que el nuevo gaseoducto a través del Báltico, Nord Stream 2, que suministrará gas a Alemania y a Europa sea aceptado y aprobado por Alemania y los Socios europeos. Hay división de opiniones ante el riesgo de excesiva dependencia energética de Rusia. Estados Unidos se opone frontalmente. De aprobarse el nuevo gaseoducto Ucrania perdería más de 2000 millones anuales de euros, que actualmente está cobrando por los derechos de paso por su territorio del actual oleoducto. Si llegara a aprobarse Putin conseguiría asegurar tanto el negocio del gas como la dependencia energética de Europa como arma geopolítica.Ucrania quedaría empobrecida, desestabilizada y más propensa a la anexión.

El astuto Putin ha elegido el momento propicio para su desafío. Occidente está desbordado por una pandemia que no acaba. En Estados Unidos el presidente Biden da muestras de debilidad por su fracaso en Afganistán y por su creciente pérdida de aceptación y credibilidad ante una pandemia que no acaba de dominar, la persistente inflación y próxima subida de los tipos de interés, la incipiente desaceleración y la creciente polarización y fragmentación política. Europa atraviesa un escenario de elecciones y relevos de débiles liderazgos, con un proceso de integración estancado, la inflación descontrolada y una debilidad económica creciente, no está en su mejor momento. Al astuto Putin en momentos de descontento social y tensiones políticas internas crecientes le interesa inventarse un enemigo externo que atenta contra la seguridad, el honor nacional. Sus metas y objetivos son de largo plazo. Tiene margen y tiempo. Ya va por su cuarto mandato, que finaliza en 2024 y pretende extenderlo hasta el 2036. Putin no tiene prisa y es de esperar que haya diplomacia astuta, escaramuzas bélicas parciales y falsas banderas. Menos probable es un gran conflicto bélico , que a nadie le interesa.

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