No tengo datos estadísticos que me avalen, pero mi impresión como conductor y peatón -tras observar durante varios días- es que los pasos de cebra en Algeciras están de adorno. No falla la jornada en la que tenga que cruzar Virgen del Carmen entre Hacienda y la UNED sin su correspondiente conductor que, incluso mirándome, pasa de largo. Obviamente me acuerdo de sus ancestros. E incluso alguna vez fuerzo la parada echando el pie a la calzada, no sin recibir desairadas miradas tras el parabrisas. Y como conductor, me preocupa especialmente cuando alguien se detiene en uno de los carriles y pasa por su lado otro vehículo sin atender al principio más básico de la prudencia al volante de levantar el pie del acelerador. Sé que ya he escrito de esto mismo en otra ocasión, pero algún día vamos a lamentar una desgracia y, entonces, será tarde.

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