Análisis

Alberto Pérez de Vargas

Lo que se adivina

Debiéramos tener en cuenta esos detalles que no son menores, para preservar la dignidadTras quemarse por un costado y quedarse cruda por el otro, Andalucía está de vuelta y vuelta

En na de na ha cambiado tanto el panorama de aquí y de allá, que podría decirse que nos hemos instalado en la cara oculta de lo que pasó. En Madrid tenemos un Gobierno apoyado en una peligrosa, y parcialmente antiespañola y filoterrorista, mezcla de intereses bastardos; y en Andalucía una coalición de espectro ideológico liberal, democristiano y conservador, socorrida por un partido de similar definición ideológica con pequeños matices revolucionarios. Hace na de na, en Madrid gobernaba una derecha de partido único cohesionada, aunque acosada por sus propios errores, y en Andalucía una izquierda, de igual contexto, auxiliada hasta hace poco por un partido neoliberal con aires conservadores rebajado de socialdemócrata. Después de haberse quemado por un costado y quedarse cruda por el otro, Andalucía está, como la buena carne, de vuelta y vuelta.

En la toma de posesión de Moreno Bonilla se ha vuelto a ver la escasa elegancia democrática del presidente Sánchez; aún descartando cualquier reserva respecto a otros de sus comportamientos y obviando las bondades de decir la verdad. El nombramiento en el mes de junio del sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como delegado del Gobierno en Andalucía, era un anuncio para navegantes de su fijación con Susana Díaz. Ahora ya, en el ostracismo y con un futuro negro negrito como el carbón, la expresidente vaga por un limbo del que probablemente saldrá camino del acantilado. Pero es que además de la desconsideración hacia la que pudo ser secretario general de su Partido, envía a la toma de posesión del presidente de Andalucía, a un ministro, Meritxell Batet (Política Territorial), que si bien es a la que corresponde estar en estos actos no debiera ser requerida como sustituta sino como acompañante del presidente del Gobierno.

El discurso de Batet fue desabrido, sin la menor concesión a la amabilidad que la educación aconseja cultivar en situaciones provocadas por decisiones basadas en la soberanía popular. El presidente Sánchez no sólo ha dado muestras de desprecio hacia Susana Díaz, como persona y como político, sino de falta de respeto institucional a la presidencia de la Junta de Andalucía, a cuyo titular, como a él mismo, lo nombra S.M. El Rey. Debiéramos tener en cuenta estos detalles, que no son menores, para preservar nuestra dignidad por encima de poses y decires cultivados a modo de alamares de disimulo del traje que nos corresponde.

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