Análisis

francisco andrés gallardo

El acoso a la Ramona Pechugona

La Ramona es barrigona/ su cuerpo da miedo verlo/Ramona, te quiero. Maldita la gracia de esta serenata que se burlaba de la obesidad mórbida cuando salíamos de la dictadura. La Ramona es el último romance de una España de subconsciente rural, que se mofa del tonto del pueblo, o de la mujer desdichada, como complejo de superioridad.

Esta descripción de hipérboles epidérmicas fue escrita por el fallecido Lauren Postigo cuando Franco entraba en la UVI. Un par de años antes de que el entonces marido de La Camboria (una olvidada flamenca yeyé), con sus solapones, se convirtiera en el presentador del programa coplero Cantares, en el yacimiento arqueológico de El Corral de la Pacheca.

Para poner voz a las desgracias de la enferma mujer se fichó a Fernando Esteso, en tiempos de Estela Reynolds, cuando era el gracioso oficial del pueblo llano (más bien allanado) con su parodia de los catetos, en plena competencia con La Charanga del Tío Honorio. Desde Bellotero pop el cómico, binguero y aragonés, alcanzaría con La Ramona su trampolín televisivo para dar el salto al cine con su compadre Pajares.

La Ramona fue la canción del verano del 76 porque al personal le regocijaba reírse de los teóricamente inferiores. La pobre de la Ramona huye en la canción, con toda la razón del mundo, con el pusilánime hijo del cartero, entendemos que hartos del acoso de sus paisanos de la aldea. El barco en el que viajan se hunde y los balleneros cazan a la mujer confundiéndola con un cetáceo.

Todo esto despertaba crueles risas contra la protagonista del disco, que a fin de cuentas era un personaje ficticio. Pero también era la excusa contra tantas niñas y jóvenes entradas en kilos a las que les arrojaron a la cara el estribillo antipático de Esteso. Cuántas ramonas hubo que tuvieron aguantar las burlas de esta canción que no tiene gracia.

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