En cualquier momento, en cualquier esquina, agazapada entre dos coches cualquiera aparcados a los lados de una calle, en mitad de las avenidas más transitadas, puede saltar a la calzada una sombra para la que el único y primordial objetivo es cruzar hacia la otra margen, a despecho de la intensidad del tráfico, o menospreciando que diez metros más allá hay un semáforo. Como si un impulso insoslayable la empujara a cumplir su destino, incapaz de esperar 20, 30 segundos más, ligeras de equipaje o cargadas de bolsas de la compra, con la agilidad de la juventud o sobrellevando el paso de los años y la torpeza de los pasos, solitarios adolescentes con los oídos en los auriculares y los ojos en la pantalla, padres empujando cochecitos, alegres escolares a la carrera con sus mochilas a la espalda. Zombies ignorantes de que son mortales e inconscientes del peligro. Terror para el conductor. Ríete de Halloween.

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