Abascal quiere recuperar la mili. Una especie de servicio público, social o militar, porque considera que en España se habla mucho de derechos "pero poco de obligaciones". Como soy uno de los últimos llamados a filas, puedo decir que la mili, además de para aprender a jugar al ping pong, me sirvió para valorar cosas que daba por sentadas y comprobar la realidad de un país en el que allá por 1993 aún había manos levantadas cuando se preguntaba si alguien no sabía leer ni escribir. Es cierto que muchos tuvimos que dejar nuestros trabajos para eso que los más rancios llamaban cumplir con la patria, pero igual los jóvenes de hoy -mis hijos incluidos, por supuesto- pueden realizar un servicio social y darse cuenta de que las cosas se consiguen con esfuerzo, que hay gente viviendo mucho peor que ellos, y que todos deberíamos tener los mismos derechos y obligaciones, sin importar raza o lugar de nacimiento.

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