El triste desenlace de la joven Laura Luelmo, aparecida ayer, ya cadáver, en un paraje aislado de Huelva ha golpeado de nuevo España. Son demasiados los lobos que buscan carnaza, y que lo que merecen es que alguien les facilite un vis a vis con algún padre o algún allegado que le aplique la justicia directa del diente por diente. No es legal ni cristianamente aceptable, pero es lo que ahora me pide el cuerpo. Se me pasará, seguro. Falta seguridad y faltan policías en las calles y falta conseguir que los malos de esta película se sientan al menos siempre vigilados. No es así. Perdón. Sí ha sido así en el enfrentamiento en el Bernabéu entre el River y el Boca. Ahí sí hubo dinero más que suficiente en las arcas públicas para pagarle a los cientos y cientos de policías que se dejaron ver por las calles de la capital del Reino para que nadie se atreviera ni a sacar un cortauñas. Pero dicen que eso ha sido bueno para todos. Ellos sabrán, porque España sigue sin ser segura. ¿Verdad, Laura?

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