Análisis

José María Rossell Recasens

Turismo andaluz: renovarse para ser más competitivos

Hay que crear una agencia ágil, con poca burocracia, para que otorgue las ayudas

A ningún lector se le escapará que el sector hotelero ha sido uno de los más afectados por la crisis sanitaria y económica que estamos padeciendo. Y no se trata solamente de un problema para los operadores de este sector turístico del que formo parte, sino que se trata de un problema de todos. El sector hotelero es un generador de riqueza y empleo.

Tengo claro que la crisis del Covid-19 pasará, pero también somos conscientes de que, a partir de ahora, comienza una carrera vital con el resto de destinos turísticos españoles e internacionales por recuperar la posición como destino prioritario nacional e internacional.

Otras comunidades de nuestro país lo saben bien, especialmente los destinos insulares. El Gobierno balear ya ha tomado cartas en el asunto. El pasado mes de mayo, en plena pandemia, aprobaron un decreto de incentivos de la actividad económica, donde se habilita un aumento del 15% de la edificabilidad de los hoteles para adaptarse a los cambios derivados de la crisis del covid, y mejorar la planta hotelera.

Pero no es la primera vez que en las Islas Baleares se actúa para mejorar la competitividad del sector esencial de su economía con una norma de estas características. En 2012 y como consecuencia de las secuelas de la última crisis económica, el Parlamento balear aprueba la Ley 8/2012, de 19 de julio del turismo de las Illes Balears, que preveía en una de sus disposiciones la posibilidad de que los hoteles de su comunidad pudieran, durante un plazo de cinco años, llevar acabo obras de modernización y reforma, con aumento de hasta un 20% de edificabilidad, y superando limitaciones urbanísticas de planeamiento (obras en hoteles fuera de ordenación). En aquel feliz tiempo, sin la funesta presencia del coronavirus, el motivo de la norma se encontraba en la modernización y mejora de una planta hotelera obsoleta.

La aprobación de dicha ley supuso un auténtico revulsivo: 1.800 millones de euros de inversión en los cinco años que estuvo vigente, 7.500 puestos de trabajo creados en el sector alojamiento, y más de 200 establecimientos hoteleros reformados. En Palma se acometió la reforma de hasta un 60% de la planta hotelera, y de un 40% en la de Menorca (según datos publicados). En la Isla de Ibiza, donde la incidencia fue aún mayor, se llevaron a cabo importantes reposicionamientos como los de los famosos Ushuaïa Ibiza Beach Hotel y Hard Rock Hotel Ibiza.

Andalucía necesita de las mimas armas para combatir con otras comunidades que pretenden posicionarse como los destinos preferentes a escoger por los turistas nacionales e internacionales. Y nos va la vida en ello.

En la Comunidad Balear, desde 2012, han coexistido diversos gobiernos de diferentes ideologías, y todos ellos han amparado y defendido tal disposición normativa que han incentivado la renovación de su planta hotelera.

Pero no solamente Baleares ha aprobado normas que incentivan la mejora, modernización y aumento de categoría de la planta hotelera ampliando su edificabilidad. Canarias y Murcia aprobaron también sus respectivas normas de modernización de la planta hotelera, en similares términos a la Balear.

Todas estas normas se han mantenido vigentes durante estos años, habiendo sido ratificada su legalidad por el Tribunal Constitucional, y su oportunidad por los excelentes resultados obtenidos con su aplicación, tanto desde el punto de vista de repercusión económica en su ámbito territorial, como de atracción de la inversión exterior.

Andalucía necesita más que nunca un decreto-ley amparado en dicha situación de urgencia, que permita modernizar nuestros hoteles, reclasificarlos a una categoría superior en aquellos que fuere conveniente, y adaptar las instalaciones a las nuevas necesidades de la futura sociedad post Covid, cumpliendo con los requisitos de espacio e instalaciones exigidos por las diversas normativas aprobadas para afrontar esta situación.

El futuro del sector turístico pasa por un reposicionamiento de sus hoteles para poder competir en calidad que no en preció. El efecto de normativa de esta naturaleza ha supuesto todo un revulsivo en la renovación de la planta hotelera de las Islas Baleares: Magaluf, Playa de Palma y la misma Isla de Ibiza son un claro ejemplo.

Necesitamos este apoyo de nuestras instituciones para modernizar nuestra planta hotelera siguiendo el ejemplo de otras comunidades autónomas.

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