Sanidad de éxito

Calidad es aportar evidencia científica y disponer de los recursos adecuados

El éxito de la sanidad se mide en base a tres variables tremendamente importantes para la ciudadanía, para los profesionales y para los gestores. Uno es la equidad. El valor de la equidad, que implica asegurar la igualdad y la no discriminación en el acceso a los servicios sanitarios y a los resultados de las intervenciones sanitarias, es ampliamente demandado, aceptado y aplaudido por la sociedad.

Otro es la calidad. No hay éxito de la sanidad y del sistema sanitario si los servicios que se ofrecen no son de calidad. Y calidad es aportar evidencia científica en las intervenciones sanitarias con los mejores recursos diagnósticos y terapéuticos y contando con los mejores profesionales sanitarios. Sin calidad no se puede ganar la lucha frente a la enfermedad y es por eso que la incorporación de la innovación, la formación de los profesionales, el mejor equipamiento posible y la evaluación de resultados en salud, son hoy requisitos imprescindibles.

Además hoy la calidad tiene un margen de mejora potencial en la incorporación de procesos de digitalización que permiten asegurar mejor los objetivos de aplicación de la evidencia científica que caracteriza el horizonte de trabajo en los servicios sanitarios. A esto hay que unir la utilización de la inteligencia artificial como mecanismo de carácter disruptivo que tiene un gran potencial para la mejor precisión diagnóstica, terapéutica y de investigación.

La tercera cuestión a considerar es la variable de la eficiencia (que además) contribuye a la sostenibilidad del sistema sanitario en un momento de la historia en el que este aspecto es de enorme relevancia dadas las incertidumbres que se hacen presentes en relación a la evolución de la economía así como por las necesidades de todo tipo que vamos a tener que atender en los próximos años como consecuencia del envejecimiento de la población: pensiones, sanidad o servicios sociales.

En este contexto cabe trabajar con seriedad y rigor en reformar algunos de los criterios y procedimientos que se aplican en las políticas de salud para asegurar que el éxito que la sanidad ha aportado a la sociedad en los últimos 40 años no termine desapareciendo por no ser capaces de afrontar las medidas necesarias.

Y es por eso que el camino que hay que recorrer a partir de ahora está plagado de oportunidades que requieren un esfuerzo de inteligencia colectiva y una mirada estratégica que nos permita aprovechar el gran potencial que tenemos en nuestro sistema.

Dos aspectos a tener en cuenta para avanzar y mejorar en calidad de refieren a la necesidad de generar nuevos y más eficaces espacios de participación para profesionales y para pacientes de tal manera que el sistema sea capaz de aprovechar el talento que tienen ambos colectivos y que puede ser de enorme utilidad en los procesos de mejora de la calidad, de la eficiencia y de la equidad.

En este sentido, la posibilidad de hacer real la incorporación de las aportaciones de profesionales y pacientes en la mejora continua del sistema sanitario, es algo que se verá potenciado si (además de dotar de capacidades de decisión a los órganos de participación), ambos agentes se comprometen con los objetivos citados. Y esto es más que factible. Hay que ponerse manos a la obra.

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