Análisis

rogelio rodríguez

Y Sánchez por Angola y Senegal

Frente a Ayuso y Casado e Iglesias no es rival Gabilondo, ese triste que ni molesta ni ilusiona

Crece la cuarta ola de la pandemia y Pedro Sánchez, tras irrumpir como mastodonte bienhechor de nuestra salud en el turbulento rompeolas preelectoral de Madrid, se va de viaje oficial a países tan vinculados a los intereses de España como Angola y Senegal. Está el presidente tan pagado de sí mismo que hasta tiene la osadía de hacer acopio público de nuevos engaños, de arrogarse la millonada de vacunas que, previsiblemente, nos dispensará la también cuarteada Unión Europea, y de arbolar como éxitos las necedades y fracasos más rotundos del Gobierno que encabeza. Sánchez encara la tragedia evacuando deberes con una altivez enojosa que corean sus cuantiosos paniaguados y, de momento, condonan las encuestas, y se aprovecha, en pérfida comandita, del estado catatónico de una sociedad que ha perdido la capacidad crítica con sus gobernantes.

Campaba el líder socialista en mociones de incautación de gobiernos regionales, reclutando adeptos en los desguaces que se producen en las filas rivales, cuando, lejos de sus cálculos, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no es la Thatcher de Chamberí, como la llaman sus ufanos pretendientes, se libró de la emboscada convocando a las urnas. Y Madrid, ese personaje literario del que hablaba Hemingway, amenaza con ser el primer gran envés del sanchismo. Si el próximo 4 de mayo es arrollado por los conservadores, los buitres comenzarán a sobrevolar La Moncloa. El aparato de la Presidencia ha tocado a rebato y el jefe del Gobierno se ha calzado los guantes.

Frente a Díaz Ayuso y Casado, y frente al ex vicepresidente Pablo Iglesias en su combate in extremis por la supervivencia de Podemos, no es rival Ángel Gabilondo, ese hombre triste y moderado que ni molesta ni ilusiona, al que pretendían gratificar con la canonjía de Defensor del Pueblo. No dio tiempo a cambiar al candidato, Gabilondo está en el cartel, hay quien asegura que a palos, como el médico de la comedia-farsa de Moliére, pero al ring electoral subirá el gran líder. Ni aplicación de los estatutos, ni primarias, ni asambleas en las agrupaciones, ni consulta a los secretarios generales, que se han enterado por la prensa, ni rastro de aquella militancia otrora tan activa. Ya nada queda de las saludables hierbas democráticas que más de una vez rectificaron las recetas de la dirección socialista, con Felipe González y después. De Gabilondo abajo la lista no es del PSOE, es de Sánchez.

La demoscopia augura un ascenso vertiginoso del PP en Madrid, que tampoco resulta fácil de digerir salvo para bares y restaurantes. El mayor logro de Díaz Ayuso, al menos el más visible, es haber sabido captar las iras del Gobierno social-comunista, golpear a Ciudadanos en su línea de flotación e invadir parte del espacio que ocupa Vox. Dadas las circunstancias, no es poco, le asegura una victoria holgada, pero pudiera no ser suficiente para formar Gobierno si no obtiene mayoría absoluta. Ésa es la cuenta que se hacen en La Moncloa. Sánchez irá a por todas. No le queda otra. El PSOE es él.

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