Roma ya no es lo que era, al menos en verano. Me lo comentaba una amiga días atrás, que ha visitado en julio la ciudad italiana, de la que ha regresado decepcionada. Un chasco, vamos. A ella, que siempre le ha gustado el bullicio, que no le ha dado miedo el gentío, le asqueó sin embargo visitar algunos de los monumentos romanos más destacados y ver que no se podía ni respirar, ni moverse de la cantidad de personas que, como ella, querían disfrutar de las vistas en piedra. Cuando viajas por primera vez a Roma te inspiras en los clásicos del cine que tan bien la han retratado pero cuyas imágenes, por desgracia, no tienen nada que ver con lo que hay hoy. Los monumentos siguen, pero el turismo se ha disparado hasta cotas insoportables. Qué flaco favor le hacen a la ciudad. Pero, ¿qué pasa con los trabajadores que a la fuerza tienen que coger sus vacaciones en julio y agosto? Lamentablemente, si van a destinos de este tipo, se encontrarán a la masa. La cosa tiene su precio. Eso sí, cuando regresen a casa se pueden enchufar Vacaciones en Roma para endulzar el final.

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