Los tiempos de las jeringuillas tiradas en el parque de la barriada forman parte de nuestro pasado, pero la droga sigue muy viva en la calle. Decir Algeciras fuera de casa siempre fue sinónimo de hachís, de porritos y trapicheo. Y lo sigue siendo con el aditivo de las narcolanchas, las motos de agua y los lujos que se ostentan cada vez más con menos reparos. Negarlo es ponerse una venda. Esta lacra tantas veces injusta con la realidad de una mayoría trabajadora y honrada convive con esa parte de la ciudad que consiente y ve con normalidad esta situación. El estudio que publicó este periódico en su edición del domingo señala que casi el 20% de los vecinos asume la venta de drogas como un medio para ganarse las habichuelas. Uno de cada cinco de los que compartimos el mismo aire se llena los bolsillos o hace la vista gorda. ¿Qué les parece? ¿Es para preocuparse? ¿O quizás nos hemos quedado cortos? En cualquier caso, como diría Pedrerol, estamos retratados.

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