Análisis

fernando faces

Respuesta a una recesión anunciada

Nunca una recesión había sido tan anticipada y anunciada. Esta vez los gobiernos no podrán decir que no la vieron venir. Gobiernos y bancos centrales están preparando una potente batería de estímulos para retrasar o evitar la próxima recesión. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) bajará en septiembre el tipo de interés de referencia. El BCE, ante la probable recesión técnica de Alemania y la fuerte desaceleración de la Eurozona, en el mismo mes ampliará el margen de compra de deuda pública, la financiación de los bancos y el tipo de interés negativo que cobra a los bancos.

Otros bancos centrales ya se han anticipado. Nueva Zelanda, India, Turquía y otros han acometido fuertes bajadas de tipos. Próximamente asistiremos a una reacción en cadena de los bancos centrales. El objetivo será impulsar la economía y devaluar sus monedas para proteger sus exportaciones y su crecimiento. El riesgo es que acabe en una guerra de divisas global. China acaba de cambiar el cálculo del tipo de interés de referencia del mercado interbancario con el propósito de reducir el coste del crédito a empresas y familias.

Algunos gobiernos, ante la insuficiencia de la política monetaria, están preparando paquetes de estímulos fiscales. Estados Unidos está haciendo frente a una desaceleración de su crecimiento desde el 3,1% en 2018 al 2,1% en 2019 como consecuencia del impacto de la guerra comercial con China y el fin de los estímulos fiscales. Aunque Trump lo niega, existe la posibilidad de una recesión en 2020 o 2021. El Gobierno de Trump prepara nuevos estímulos fiscales, reducción temporal del impuesto de la renta, para apoyar la demanda interna.

En Europa la atención se centra en Alemania, que entrará en recesión técnica antes de final de año. El ministro de finanzas, Olaf Scholz, es partidario de lanzar un paquete de gasto fiscal (infraestructuras digitales, I+D+i, protección social...) de 50.000 millones de euros para hacer frente a una recesión, que contagiaría al resto de la Eurozona. No va a ser ni fácil ni rápido. No hay consenso en el gobierno sobre la conveniencia de la propuesta fiscal. Podría aumentar las importaciones, dañar la balanza comercial, aumentar la deuda pública y desviar la renta creada hacia el ahorro, dada la cultura de austeridad alemana. La deuda pública de Alemania es el 58% del PIB, por debajo del 60% que exige Bruselas. La regla de oro constitucional limita la capacidad de endeudamiento a un aumento de 3.500 millones al año. Para rebasar esta cifra la propuesta tendría que ser aprobada por el Parlamento, que previamente tendría que declarar a Alemania en crisis económica.

EL Reino Unido e Italia están al borde de la recesión. En cuanto a España, el crecimiento trimestral se ha desacelerado hasta el 0,5%. Alemania, Italia e Inglaterra suponen el 26% de nuestras exportaciones. La desaceleración de la Eurozona dañará las exportaciones de España y su crecimiento. Pero el gobierno español, con un endeudamiento público del 99% del PIB no puede ni debe endeudarse más. La única salida son las reformas estructurales, paralizadas por gobiernos inestables e incapaces.

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