Análisis

Alberto Pérez de Vargas

Arrogantes

Mi trabajo me ha puesto en contacto con gente muy inteligente y apenas arrogante La inteligencia no es de igual magnitud para todas las realidades

Escribe Carmen Posadas, en el semanario XLSemanal de hoy mismo, con notable acierto a mi parecer; sobre la arrogancia, atributo que daña tanto a la inteligencia y a la cultura del sujeto como a su buena educación cuando es el caso. Se da mucho en políticos y en personas puntualmente relevantes.

Los padres y los educadores debiéramos procurar que nuestros hijos o alumnos no se formen en un ambiente en el que se les sitúe en la excepcionalidad. Los católicos arreglamos estas cosas explicando al niño que todo es un don de Dios, que lo que tenemos por nacencia no nos lo hemos ganado y que nuestras cualidades y habilidades nos son dadas para mejor servir a los demás, a la sociedad a la que pertenecemos: ama a tu prójimo como a ti mismo. Que la inteligencia está muy repartida y es selectiva, que el conocimiento nos hace mejores y nos defiende de la manipulación y del mal, y que el esfuerzo personal y el cultivo de la esperanza nos forman para enfrentarnos a las vicisitudes que se nos presentarán a lo largo de nuestras vidas.

Posadas se detiene en el que le inspira el comentario: el premier británico Boris Johnson, al que tiene por inteligente y culto, no obstante (dice) caer en errores de "tontos de remate" a causa de su arrogancia. Mi ámbito de trabajo y ejercicio, me ha puesto en contacto con una parte de la inteligencia, la de los matemáticos; a gran escala y sin fronteras. Y por extensión natural, con la de los científicos que marcan la pauta del devenir del mundo. Apenas si he encontrado gente arrogante y cuando la he descubierto, ha sido en individuos de medio tapón, más bien mediocres. Por otra parte, la inteligencia, que no es sino un conjunto de habilidades para entender una determinada realidad, no es de igual magnitud para todas las realidades.

El caso Johnson, como el caso Trump y cualquier otro merecedor de la cita (atrévase el lector a colocar a quien considere digno de ser puesto en plaza, no tendrá que esforzarse mucho ni ir muy lejos) no son consecuencias de procesos ligados a la inteligencia, sino de múltiples factores de índole diversa, muchos de ellos de naturaleza altamente subjetiva. Es interesante llamar la atención sobre el hecho de que con frecuencia este tipo de sujetos admiran fervientemente a alguien al que les resultaría imposible parecerse. En los casos citados, Johnson a Churchill y Trump a Eisenhower (y pudiera ser que a Putin y a otros dictadores), si bien el actor austro-americano Schwarzenegger ha asegurado que el presidente estaba enamorado de él.

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