Tengo un buen amigo en mi barrio que tiene el honor (o la desdicha, vaya usted a saber) de gestionar un pequeño bar repleto de clientes variopintos. Como todos los camareros de larga tradición e infinita retranca tiene frases para la posteridad. Entre todas ellas me quedo con dos. Hay una que asegura que si el Loco de la Colina se pasara por su establecimiento llenaría dos temporadas de personajes singulares. Vamos, que no debería hacer ni un casting pues de allí se llevaría el programa hecho. Y no es que sus parroquianos estén locos. Ni mucho menos. Es que cada cual cabalga a su ritmo. Hay quienes van cuando otros vuelven... Y quienes ni siquiera a esas horas han hincado las espuelas. La otra frase, y la que más me gusta, hace referencia a que si España es uno de los países con menos personas afectadas por problemas mentales es gracias a la hostelería pues, "aunque no lo parezca, aquí se hace una labor asistencial, nos erigimos en lugares donde se escuchan los problemas y se comparten penas y alegrías". Lo dice con retranca. Ya digo, pero creo que lleva razón.

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