Análisis

rogelio rodríguez

Un Parlamento en la boca del volcán

Descolgar a Iglesias del poder es un propósito verosímil, y el PSOE tendrá que hacerlo

Si Quintiliano, el mejor profesor de retórica de la historia, levantara la cabeza y prestara oídos en el palacio de la Carrera de San Jerónimo entraría a saco en el hemiciclo. La escasa o nula elocuencia que, en general, practican sus señorías en sede soberana, donde la legitimidad del sistema se sustenta en la palabra, el debate constructivo y el Derecho, ha derivado en zafarrancho de confrontación y deleite de una caterva de diputados tabernarios que insultan, injurian y atentan contra el orden constitucional que los acoge. Los radicales que persiguen derribar el régimen del 78 para crear una república plurinacional - ¡poco más de medio centenar de escaños!- campan como bucaneros con el asenso de la presidencia de la Cámara y el silencio cómplice de la sometida e irreconocible bancada socialista. A eso y a las sobrecogedoras discrepancias públicas entre las dos facciones del Gobierno de coalición es a lo que el ufano partido socio de Pedro Sánchez califica de "normalidad más absoluta". Cunden los casos de democracias que fueron secuestradas en normalidades parecidas.

El más a más ha alcanzado esta semana la boca del volcán, cuando desde la tribuna del Congreso engallados portavoces secesionistas y de Unidas Podemos han proferido tremebundos ataques contra la Monarquía parlamentaria, contra el Consejo General del Poder Judicial, al que han acusado de "golpismo institucional", contra la separación de poderes y contra lo que llaman "cloacas judiciales, policiales y mediáticas". Expresiones acusatorias como franquistas, golpistas, delincuentes, terroristas o traidores figuran en un diario de sesiones apocalípticas que emulan, e, incluso, en algunos casos superan, a las del aciago año de 1936. El tiempo es otro, las circunstancias son muy distintas, España pertenece a la Unión Europea y Europa -nuestra clave de bóveda- está libre de regímenes totalitarios de uno y otro signo y dispone de vacunas para aliviar conatos como el de Grecia con Alexis Tsipras, pero la dinámica emprendida por las fuerzas anticonstitucionales desde la formación del Gobierno Frankenstein amenaza con provocar un nuevo cataclismo.

En los mentideros de la Villa y Corte alguien intenta inyectar relajante. Circula el mensaje de que aprobados los Presupuestos y celebradas las elecciones catalanas, previstas para el próximo 14 de febrero, en las que el PSC aspira a convertirse en segunda fuerza, Pedro Sánchez, con las arcas reforzadas por Bruselas, iniciará un proceso de esquinazos a sus indóciles socios de Gobierno e investidura. Dicen que girará al centro -a ver cómo- y que removerá, sobre todo, los ministerios podemitas. De momento, no existen indicios objetivos, aunque, vista la proverbial ductilidad del presidente, parece factible dada la necesidad de atenuar ampollas y ampliar el espectro electoral de un PSOE al que los sondeos aún no castigan, pero tampoco premian. Descolgar a Pablo Iglesias del poder es un propósito verosímil, y tarde o temprano tendrá que hacerlo, PSOE y UP se disputan nicho electoral, pero ahora tropieza con el imposible de gobernar sin Podemos y sus aliados. Como en la fábula de la zorra y las uvas. Ahí está el quid. Y el drama.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios