Alucinadas quedarían hoy en día las madres de los años 70 y 80 al comprobar cómo se llevan los pantalones, con esos descosidos arbitrarios, con las perneras rotas en algunas de sus partes otorgando un aire desenfadado al vestir. Son los dictados de la moda, tan alejados de aquella época en la que las madres empleaban buena parte de su tiempo -de sus labores, como se decía entonces- en zurcir descosidos y en pegar parches en las rodilleras de los pantalones que más pronto que tarde, en cuanto se jugaban dos partidos de fútbol, regresaban a casa del colegio con dos buenos boquetes, entonces impropios e impresentables. La economía familiar no daba para más, y aquellos pacientes remiendos permitían alargar la vida de las prendas. Y ahora que los niños pasan horas en el sofá ante la consola, ahora que los pantalones no se rompen con tanta inactividad, ahora va la moda y vende pantalones rotos. Que me lo expliquen.

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